DepresionSe caracteriza por una sensación de pérdida que lleva a la desmotivación, tristeza y apatía.  La causa puede ser externa a la persona (pérdida de un ser querido, trabajo) o interna y difícil de identificar, con la sensación de pérdida del sentido en la vida.  Los síntomas más evidentes son: tristeza, baja autoestima, sentimiento de desesperanza dificultad para tomar decisiones o estados de ánimo inestables.

La depresión es un trastorno mental caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento. Aparece con más frecuencia en mujeres, y en personas menores de 45 años. Encontrarse en un momento determinado más triste o con el estado de ánimo más bajo no es suficiente para un diagnóstico de depresión. Para eso, es preciso que la intensidad de los síntomas, su duración (al menos, 2 semanas) y la incapacidad que generan, sean de una entidad suficiente como para afectar el normal o adecuado funcionamiento de la persona.

Los síntomas nucleares de la depresión son la tristeza patológica, la pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar, y una disminución de la vitalidad que limita el nivel de actividad y produce un cansancio exagerado, que aparece incluso después de realizar pequeños esfuerzos. Además, pueden aparecer otros síntomas como los sentimientos de culpa o de incapacidad, la irritabilidad, el pesimismo ante el futuro, las ideas de muerte o de suicidio, la pérdida de confianza en uno mismo o en los demás, la disminución de la concentración y la memoria, la intranquilidad, los trastornos del sueño y la disminución del apetito y de la libido, entre otros.

Las depresiones pueden clasificarse de una manera sencilla en 3 tipos. La depresión mayor tiene un origen más biológico o endógeno, con un mayor componente genético y menor influencia de factores externos. En contraposición, existe la depresión reactiva causada por una mala adaptación a circunstancias ambientales estresantes. Por último, la distimia, antiguamente conocida como neurosis depresiva, que se caracteriza por un cuadro depresivo de intensidad menor a los anteriores, de evolución crónica (más de dos años), sin periodos asintomáticos, y con sentimientos de incapacidad y somatizaciones. Este último tipo de depresión parece guardar una relación más estrecha con la forma de ser y con el estrés prolongado. La depresión mayor puede aparecer de manera recurrente y, en algunos casos, guarda una cierta relación con la estación del año. Además, pueden también intercalarse con otros periodos de ánimo exaltado o eufórico que se acompañarán de otros síntomas congruentes con la euforia -hiperactividad, logorrea (hablar excesivo y sin sentido), desinhibición, etc.- que son los denominados trastornos bipolares. Por último, existe un tipo de depresión «denominada enmascarada», que en vez manifestarse con los síntomas ya referidos, aparece como molestias orgánicas -somatizaciones- o cambios en la conducta.

Salvo algunos casos de depresión asociada a enfermedades orgánicas (enfermedad de Parkinson, tuberculosis, etc), la depresión se produce generalmente por la interacción de unos determinados factores biológicos -(cambios hormonales, alteraciones en los neurotransmisores cerebrales como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, componentes genéticos, etc)-, con factores psicosociales (circunstancias estresantes en la vida afectiva, laboral o de relación) y de personalidad (especialmente, los mecanismos de defensa psicológicos).

El tratamiento ideal de la depresión dependerá de las características específicas del subtipo de depresión, y será, como siempre, personalizado. Básicamente, el tratamiento se compone de psicoterapia y farmacoterapia. Con la psicoterapia se ofrece seguridad, confianza, comprensión y apoyo emocional; se intentan corregir los pensamientos distorsionados; se explica el carácter temporal y se desdramatiza la situación; se consigue la participación del paciente en el proceso curativo y, por último, se enseña a prever las posibles recaídas. El tratamiento farmacológico consiste fundamentalmente en antidepresivos, ya sean de los denominados clásicos (IMAOS y tricíclicos), o de los de más reciente aparición (inhibidores de la recaptación de serotonina selectivos -ISRS- y no selectivos -venlafaxina-, inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina, etc).

Estudios recientes afirman que un 15 por ciento de los pacientes con depresión evolucionan a la cronicidad. No obstante, el tratamiento con psicofármacos y/o psicoterapia, consiguen en la mayoría de los casos, aliviar parcialmente o en su totalidad los síntomas. Una vez se han superado los síntomas de la depresión convendrá seguir bajo tratamiento antidepresivo el tiempo necesario para evitar posibles recaídas. En algunos casos, el tratamiento deberá prolongarse de por vida.

SÍNTOMAS DE LA DEPRESIÓN:

  • Tristeza.
  • Problemas para experimentar placer.
  • Bajo nivel de energía.
  • Sueño alterado.
  • Anomalía en el apetito.
  • Agitación o ralentización mental o física.
  • Sentimiento de inutilidad o culpa.
  • Problemas con la memoria y la concentración
  • Impulsos suicidas.

No debemos pensar en términos de facilidad, sino estar preparados para afrontar todo lo que venga; las ganas de encontrarnos con todo lo que se presente son una cualidad muy valiosa. De esta forma, cuando aparecen dificultades o cosas desagradables, son bien utilizadas y superadas. Si, por el contrario, esperamos experiencias agradables o beneficiosas, la incapacidad de conseguirlas desemboca en decepción y depresión, que es otra forma de resistencia mental. Dhiravamsa.

El libro del buen amor.  Arcipreste de Hita:

  • El pesar y tristeza todo el ingenio embota.
  • El buen esfuerzo vence a la mala ventura.
  • Templad con el buen juicio el pesar que tengáis, y limpiad vuestras lágrimas pensando lo que hagáis.
  • Grandes artes enseña el mucho menester; pensando, los peligros se pueden resolver.
  • La tristeza en placeres se torna con paciencia.
  • Estorba un hecho grande la pequeña ocasión, desesperarse el hombre es perder corazón
  • Lo que nunca se puede reparar ni enmendar débelo cuerdamente sufrir y tolerar.
  • El cuerdo gravemente no se debe quejar cuando el acongojarse bien no puede aportar
  • Para el pesar no hay ley.
  • Como dice el proverbio del que su mal no quita: ‘escarba la gallina y encuentra su pepita’.

“La preocupación nos debe de llevar a la acción y no a la depresión”. Karen Horney.