Hay dos actitudes destructivas en toda relación: la queja y el reclamo. La queja es una expresión de un sentimiento de dolor y resentimiento. Es la expresión de un sentimiento de disgusto, frustración o inconformidad por alguna situación que no se ha podido resolver. El reclamo es la acción de protestar o exigir una acción o el cumplimiento de un derecho que se considera debe ser cumplido. En todos los matrimonios es muy frecuente encontrar actitudes de queja y reclamo debido a las diferencias de opinión en las parejas. No obstante es un tema del cual se debe tener extremo cuidado, ya que si no se controlan estas actitudes se van a generar discusiones y frecuentemente ofensas que van deteriorando la relación matrimonial. La verdad es que la queja y el reclamo raramente conducen a la solución de problemas. Por el contrario, los agravan. Entonces lo primero que debemos reconocer es que estas actitudes no deben usarse en el matrimonio. Debemos entender que estas dos actitudes no son opciones saludables para resolver los conflictos de la relación matrimonial.
Incluso después de treinta y cinco años de matrimonio o más, existe una distinción básica en la forma en que esposos y esposas consideran los encuentros emocionales. En general, a las mujeres no les importa zambullirse en la desagradable situación de una riña matrimonial tanto como a los hombres. Esa conclusión, a la que se llegó en un estudio llevado a cabo por Robert Levenson, de la Universidad de California, en Berkeley, se basa en el testimonio de 151 parejas con muchos años de matrimonio. Levenson descubrió que los esposos consideraban desagradable, incluso repugnante, sentirse trastornados durante un desacuerdo matrimonial, mientras que a sus esposas no les importaba demasiado.
Depedencia-madurez en la relación:
- Dependencia insana:
- Le necesito: cuando no estoy a su lado siento gran ansiedad.
- Pienso más en él, en sus problemas, que en mí misma y los míos.
- Siento la necesidad de controlar todo lo que hace, dónde está, si piensa en otra persona…
- A veces intento manipularle por medio de la culpa, la pena o la coacción.
- Me parece que la vida no tiene sentido sin él. Lo dejaría todo con tal de estar siempre a su lado.
- Sé que a menudo me paso con los celos de sus amigos y familiares.
- He perdido el interés por muchas cosas que antes me interesaban, aficiones y objetivos propios.
- Me siento decaída si no está y eufórica cuando le tengo.
- Sólo refuerza mi seguridad y autoestima saber que me quiere y que me lo diga.
- El amor maduro:
- Le quiero: estoy serena y confiada cuando no estoy a su lado.
- Reconozco y acepto mis propias necesidades.
- He hecho un compromiso con mis propios valores y admiro que él tenga los suyos.
- Tengo claro que la relación es una parte importante de mi vida, pero no la vida entera.
- Nunca cargo sobre el otro los pesos que sólo me corresponden a mí.
- Le apoyo y ayudo en lo que puedo, y espero reciprocidad.
- Comparto su mundo, pero mantengo el mío. Conozco y respeto mis límites y los suyos.
- Gozo de los sentimientos que nos unen, no los fuerzo ni los manipulo.
- Busco la sinceridad y la honestidad en nuestra comunicación.
LA DESINTOXICACIÓN, EN DIEZ PASOS:
- Asume que el problema no es el otro. Te mereces una relación equilibrada y sana: búscala.
- Pica alto, ten ambiciones: no te quedes con lo que sabes que no te vale: una pareja descompensada o conflictiva.
- Respétate, valórate: pon tus límites, defiende tu intimidad y tus sentimientos.
- Crea tu propio mundo, reivindica tus proyectos: entrénate en la soledad y en el disfrute de tu libertad.
- Rodéate de la gente que te aprecia y abre tu corazón. Amplía tu círculo y establece relaciones sinceras, honestas, naturales.
- Jamás huyas de ti misma: si crees que algo dentro de ti no va bien, busca y analízalo. Solicita ayuda profesional.
- No permitas que te hieran o utilicen… ni lo hagas tú. Un dependiente puede ser vulnerable y también manipulador.
- Busca tu equilibrio: no pretendas que otros te aporten lo que debe estar en ti.
- Conoce quién eres y lo que de verdad te importa. Es necesario para mantener una relación íntima con otra persona.
- Ejercita el músculo de la satisfacción. Puedes ver el vaso medio lleno o medio vacío. ¿Qué decides?
CÓMO ABORDAR LOS CONFLICTOS:
- Busca el momento adecuado para hablar. Diseña el escenario y elige la mejor oportunidad. Pero si el asunto a debatir es importante, no lo aplaces indefinidamente.
- De uno en uno y con claridad: si existen varios frentes de discusión abiertos, plantéalos por separado, de forma directa y organizada; no pierdas de vista el objetivo.
- Huye de posturas rígidas: encara el debate libre de prejuicios, de suposiciones, de sobreentendidos. Y mentalízate para tratar de entender los argumentos del otro. Discurrir es negociar, no pelear; ambos tienen que ceder un poco para lograr una ‘solución de compromiso’.
- Sitúa las críticas en la relación global, valóralas sin darte por ofendido a la primera de cambio.
- No descalifiques a tu interlocutor cuando hables. Con sutileza, sensibilidad y un tono de voz adecuado, se puede decir casi cualquier cosa.
- Ponte en lugar del otro para entender su conducta. Busca la empatía. No condenes antes de juzgar y no juzgues lo que no te incumbe.
- Haz examen de conciencia: ¿tienes responsabilidad en el conflicto?
- Encuentra soluciones: y sino es posible, ofrece alternativas compatibles con los objetivos de ambas partes. Oblígate a ser positivo y creativo.
ALIADOS ANTICONFLICTO EN PAREJA:
- Potenciar tu autoestima, manteniendo un buen tono vital, resolviendo problemas, ayudando a los demás, realizando tu trabajo bien, siendo afectuoso con los demás…
- Preservar tu espacio: repartir los huevos de tus intereses vitales en más cestas que en la del amor de pareja.
- Aprender a dialogar, a escuchar, a pactar: no es maduro querer ganar siempre uno.
- Esforzarse en aceptar al otro en su totalidad (supuestos defectos incluidos).
- Aceptar la diferencia: no todo el mundo ve las cosas como tú, ni posees la pócima de la verdad universal.
- Saber ceder: es la base de la negociación, y esta es la columna vertebral del pacto.
- Aprender a escuchar sus actos, recordando que él es menos verbal que ella.
- No forzarle a hablar cuando no quiere.
- Renunciar para siempre a cambiarle.
- Dejar de culparle y valorar qué está en tu mano hacer para mejorar la relación.
- Madurar.
- No forzarle a hacer algo sólo porque te apetece a ti.
- Respetar su libertad, su espacio y sus decisiones.
- Apoyarle y comprenderle (ponerte en su lugar sin juzgar).
- Aprender a perdonar: tu pareja es falible, como tú.
- Valorar al otro, respetarle, escucharle, comprenderle, cultivar vuestra intimidad.
- Tratarle como te gustaría que te trataran a ti.
- Aprender a quererle por él mismo, y no en razón de lo que te aporta.
- Emplearte a fondo en la relación: cabeza, voluntad, afectos, como un todo para mantener y enriquecer esa relación.
CAUSAS DE LOS CONFLICTOS ENTRE HOMBRES Y MUJERES:
- Falta de comunicación.
- Luchas por el poder.
- Diferencias económicas.
- Exceso de expectativas (por parte de uno o del otro).
- Diferencia de intereses.
- Diferentes ideas sexuales.
- Falta de consideración.
- Falta de intimidad.
- Ego desfigurado.
- Nada en común.
- Falta de flexibilidad.
- Falta de compromiso.
- Falta de sensibilidad.
‘Vivir en armonía no significa vivir sin conflictos, sino saber resolverlos adecuadamente’. G. Benayas.
‘La ira de los que aman, en hacerse caricias para’. Proverbio español.
‘Los hombres y las mujeres se mezclan tan bien como el aceite y el agua. Por eso hay que estar agitándolo continuamente; si no, se separan’. Alan Alda.
‘Conviene que los conflictos de pareja sean minimizarlos. Es muy difícil pelearse con alguien que no busca la confrontación’. Matthieu Ricard.
‘Yo opino que un conflicto entre un hombre y una mujer es malgastar el tiempo ¡consume tanta vitalidad!’. Popea. Película Quo Vadis.
‘Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones’. Miguel de Cervantes.
‘Cuanto más tiempo dura una disputa, más lejos nos hallamos del final’. Butler, Samuel.