El autoconcepto es la imagen que se tiene de uno mismo y la autoestima es la medida en que esa imagen gusta o no al propio individuo. La autoestima es positiva si la imagen que tiene una persona de sí misma es positiva. La autoestima se forma a lo largo de la vida según los comentarios que se reciben de los padres y de las experiencias que se viven. Una de las funciones de las familia es ayudar a que su hijo tenga un autoconcepto de sí mismo equilibrado (adaptado a su realidad) y una autoestima positiva.
En las relaciones con el adolescente, hacer uso del lenguaje de la autoestima: mejorar la comunicación con el adolescente y, para ello, emplear un lenguaje positivo y evitar acusaciones, ridiculizaciones y comentarios irónicos. Para fomentar la autoestima sana:
- Observarles sin distorsiones y prejuicios permite comprenderles mejor.
- Descubrir qué tienen de especial y decírselo.
- Tratarles con respecto y afecto.
- Premiar sus éxitos y sus esfuerzos.
- Ayudarles a aceptar sus propias limitaciones.
- Colaborar para que se fijen metas razonables.
- Ayudarles a conseguir éxitos y superar dificultades.
- Fomentar su autonomía mediante la confianza y permitirles asumir responsabilidades.
- Entrenarles para solucionar problemas interpersonales.
La baja autoestima a estas edades es un factor de riesgo de varios problemas de comportamiento (como conductas delictivas), de depresión e, incluso, de ideas suicidas. Los padres y los educadores deben tener esto en cuenta cuando manifiesten sus expectativas a los pequeños. También tienen que valorar que la sociedad actual otorga cada vez más importancia a la belleza, por lo que deben fomentar otros valores en los chicos y chicas menos guapos con el fin de que su autoestima aumente con los años y tengan así menos riesgo de padecer enfermedades como la anorexia o la bulimia.