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Frente a un mismo estímulo las personas sienten de forma diferente en función de cómo viven las circunstancias que les suceden. Algunos, en situaciones que otros calificarían de desesperadas son fuertes, es decir, son capaces de seguir adelante sin ‘venirse abajo’. Son capaces de perseverar en su acción, afrontando los problemas con la convicción de que algo bueno va a salir del conflicto. Confían en su capacidad para afrontar las situaciones difíciles de la vida: los traumas, los fracasos… No tienen miedo a los cambios, porque en su esquema de vida, los valoran como necesarios para no quedarse anclados en una vida monótona, vacía, llena de prejuicios y condicionamientos, producto de circunstancias pasadas en las cuales no se ha tenido la capacidad de aprender con las experiencias cotidianas. Experiencias que fueron lastrando el desarrollo personal, con cargas de las que uno quiere desembarazarse, pero no sabe cómo ni de qué manera hacerlo. En una visión positiva y madura de la vida, los cambios, producto del aprendizaje y de las experiencias –a veces dolorosas de la vida- son inevitables y necesarios para la propia evolución, siempre y cuando la persona tenga la inquietud de su propio desarrollo, esté en posesión de las claves necesarias y sepa aplicarse a la tarea sin demora ni dilaciones.
Frases:
El veneno que mata al débil es un reconstituyente para el fuerte y éste no le llama veneno. F. Nietzsche.
Un ligero esfuerzo mental puede hacer que un jergón de paja se convierta en el lecho de un rey (película Brumas de traición).
Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme el rey del espacio infinito, si no fuera porque tengo pesadillas. Hamlet (W. Shakespeare).
Aquellos que ven en cada desilusión un estímulo para mayores conquistas, ésos poseen el recto punto de vista para con la vida. Johann W. Goethe.
Siempre en nuestra vida hay algo que desearíamos no haber hecho, y lo único que podemos hacer es sacar de ese error las consecuencias más favorables. Ugo Betti.