Hay múltiples fuerzas o energías únicas y separadas que operan en el mundo y que no pueden ser comprendidas en su totalidad. Sólo podemos comprender de modo fundamental e integral, la energía que tiene su foco en cada uno de nosotros y que es el ‘yo’. Es el único proceso que podemos comprender (14).
Podéis decir: ‘tal amor, tal estado de mente que no se basa en un reconocimiento, en un recuerdo, en una asociación, no es posible’. Pero yo creo que lo encontraremos. Llega uno a él oscuramente cuando empieza a investigar todo este proceso del pensamiento, los caminos de la mente. Es un poder que tiene en sí mismo su propio ser; es energía sin causa. Es enteramente diferente de la energía que es engendrada por el yo, el ‘ego’, en la persecución de las cosas que desea. Y tal energía existe; pero sólo puede encontrarse cuando la mente está libre, no atada al tiempo ni al espacio. Esa energía surge cuando el pensamiento -como experiencia, como conocimiento, como el ego, el centro, como el yo, el ‘mí’ que está creando su propia energía, su volición, con sus pesares, sus miserias, etc.-, se ha disuelto. Cuando ese centro se ha disipado, entonces existe esa energía, ese poder que es el amor (34).
Tan sólo cuando podéis mirar algo por completo estáis en contacto directo con esa cosa y para mirar completamente, hace falta mucha energía, no palabras y más palabras. Éstas no crean energía. Lo que trae energía es este observar, escuchar, aprender, en el que no existe el observador; sólo hay el hecho real, no el experimentador mirando el hecho (38).
Meditar implica reunir toda la energía. Uno ha establecido orden, relación, conducta; por consiguiente, en ese campo no hay disipación de energía. Esa energía es necesaria para mirar sin el observador, y uno tiene, entonces, la energía indispensable para ir más allá (23).
Cuando veo que la furia soy yo, cuando veo que estoy compuesto de reacciones: furia, miedo, etc., la energía se concentra; no hay disipación de energía en absoluto. Con esa energía que es atención, sostengo esta reacción llamada miedo. No me alejo de ella, porque soy eso. Entonces, debido a que he concentrado toda mi energía en ello, ese hecho que llamo ‘miedo’ desaparece (24).