¿Por qué quieren normas y principios? ¿Por qué los quieren, ustedes que tienen tantos principios por los que moldean, controlan, dirigen sus vidas? ¿Por qué quieren normas? ‘Porque’, contestan, ‘no podemos vivir sin ellas. Sin normas y principios, haríamos exactamente las cosas que nos placen; podríamos comer en exceso o ser demasiado indulgentes con el sexo, podríamos desear poseer más de lo que debemos. Necesitamos principios y normas que guíen nuestras vidas’. En otras palabras, para restringirse sin comprensión, ustedes deben tener estos principios, estas normas. Ésta es toda la estructura artificial de sus vidas -restricción, control, represión-, porque detrás de esta estructura está la idea de ganancia, de seguridad, de consuelo (12).
Llamamos moralidad al amoldarnos a un patrón (13).
Las normas morales son tan sólo creaciones de la sociedad, establecidas a fin de que el individuo pueda permanecer sujeto dentro de su cautiverio. Para mí, la moralidad no puede estar sujeta a normas. No puede haber, al mismo tiempo, moralidad y normas (13).
En vez de ser forzados a seguir un patrón de conducta, tenemos que descubrir por nosotros mismos cuál es la verdadera moralidad (13).
La mayoría de nosotros, piensa que debe haber códigos, sistemas, disciplinas para la moralidad. Puede que sean necesarios para quienes son incapaces de una reflexión profunda; pero nadie puede juzgar quién es el incapaz. No diga que tal o cual persona necesita un código de disciplina; uno tiene que descubrir por sí mismo esta moralidad activa, esta relación vital, y eso requiere profunda flexibilidad creativa, la cual puede ser experimentada sólo cuando las limitaciones individuales se disciernen a fondo y se comprenden sus causas (14).
La moralidad, que debería ser algo espontáneo, se ha establecido para seguir una norma, un principio que se convierte en bueno o malo según sean las creencias que uno sustenta. Para cambiar dicha norma, algunos recurren a la violencia, esperando así crear una norma ‘verdadera’, y otros acuden a la ley para reformarla. Tanto unos como otros esperan crear una moralidad ‘justa’ mediante la fuerza y la conformidad. Pero una imposición semejante deja de ser moralidad (14).
Pregunta: ¿no debemos tener dentro de nosotros alguna norma para la acción?
Krishnamurti: ahora llegamos a la pregunta fundamental: ‘¿no debe uno vivir basándose en normas, ya sean externas o internas?’. La norma externa la reconocemos fácilmente como una compulsión que impide la plena realización individual. Consideramos que una norma interna es la que cada uno ha creado a través de la acción y la reacción, del juicio de valores, de los deseos, las experiencias, los temores, etc. (14).
La moralidad social se basa esencialmente en la autoridad y en la imitación. De modo que, si podemos, consideremos por el momento si la mente puede comprender las limitaciones de la imitación, del ajuste a una norma (34).
La sociedad, con su código de ética, sus responsabilidades, sus valores tradicionales, insiste en su exigencia de que el individuo se ajuste al patrón establecido, y a esta conformidad le llama moralidad, y es inmoral la persona que se desvía del patrón. Pero, por cierto, uno tiene que estar totalmente libre del patrón, tiene que romper por completo con la estructura psicológica de la sociedad, lo que significa que tiene que darse cuenta de toda esta estructura en sí mismo, tanto en la mente inconsciente como en lo consciente (47).
Usted tiene la norma, el patrón, y ese mismo patrón es en sí incorrecto e inmoral (61).
Interlocutor: ¿necesitamos normas que guíen nuestra vida? Krishnamurti: ¿quién va a establecer las normas? Las iglesias lo han hecho, los gobiernos tiránicos lo han hecho, o usted misma ha establecido las reglas de su propia conducta, de su propio comportamiento. Y usted sabe lo que eso significa, una batalla entre lo que usted cree que debe ser y lo que usted es. ¿Qué es más importante: comprender lo que usted deber ser o lo que usted es? (8).
Sin virtud no hay orden, y el orden no es tal conforme a un patrón, a una fórmula. La mente que sigue una fórmula disciplinándose para alcanzar la virtud, origina para sí misma problemas de inmoralidad (42).
La moralidad social no es virtud; es meramente un ajuste a un patrón, y el patrón varía y cambia de acuerdo con el tiempo y el clima (48).