La dificultad es que están tan llenos de conocimiento, tan llenos de certidumbre, que eso les destruye. No hay flexibilidad, no existe la avidez por descubrir. Cuando están deseosos de descubrir, no puede haber certidumbre. Tiene que haber libertad, tiene que haber movimiento, rapidez mental. Pero una mente anclada en la certidumbre del conocimiento, no puede viajar, no puede seguir ese movimiento veloz de la sabiduría (12).
Cuando la mente no está cargada de valores, de recuerdos, de ideas preconcebidas y es capaz de encontrarse con lo desconocido, en ese encuentro de la mente con lo desconocido nace la sabiduría, la bienaventuranza del presente (13).
Debemos abordar la vida no desde el planteamiento: ‘¿qué puedo conocer?’ sino desde el ‘¿qué puedo hacer?’. El sendero del ‘¿qué puedo conocer?’ desemboca en el culto a la autoridad, en el miedo y la ilusión; pero, al comprender el ‘¿qué puedo hacer?’, hay confianza en uno mismo, lo único que genera sabiduría (14).
Sólo la sabiduría es nueva. Los conocimientos pueden enseñarse en una escuela, pero la sabiduría no puede enseñarse. Una escuela de sabiduría resulta un desatino. La sabiduría es el descubrimiento y la comprensión de lo que es de instante en instante, ¿y cómo se os puede enseñar a observar lo que es? Si se os enseña, eso es conocimiento; y entonces el conocimiento se interpone entre vosotros y el hecho. El saber, por lo tanto, es una barrera para lo nuevo, y una mente llena de conocimientos no puede comprender lo que es (50).
No hay ningún sendero que conduzca a la sabiduría. Si hay un sendero entonces la sabiduría es lo formulado, es ya lo imaginado, lo conocido. ¿Puede ser conocida o cultivada la sabiduría? ¿Es algo que se puede aprender, que se puede acumular? Si es así, entonces se convierte en mero conocimiento, en una cosa de la experiencia y de los libros. La experiencia y el conocimiento forman la cadena continua de respuestas y por eso jamás pueden comprender lo nuevo, lo fresco, lo increado. La experiencia y el conocimiento, siendo continuos, hacen un sendero de sus autoproyecciones, y de ahí que constantemente aten. La sabiduría es la comprensión de lo que es de instante en instante, sin la acumulación de la experiencia y del conocimiento. Lo que se acumula no da libertad para comprender, y sin libertad no puede haber descubrimiento; y es este continuo descubrimiento lo que crea la sabiduría. La sabiduría es siempre nueva, siempre fresca, y no hay medio alguno para obtenerla. El medio destruye la frescura, la novedad, el espontáneo descubrimiento (46).
La terminación del conocimiento es el comienzo de la sabiduría. La sabiduría no es del tiempo, no es la continuación de la experiencia, del conocimiento (46).
Cuando dice, ‘sin conocimiento no somos nada’, usted simplemente hace una aserción verbal sin vivenciar ese estado. Cuando hace esa proposición hay una sensación de temor, el temor de quedar desnudo. Sin estos agregados usted no es nada -lo cual es la verdad- (46).
¡Cómo nos avergüenza decir que no sabemos! Disimulamos nuestra falta de conocimiento con palabras e información. Usted no conoce realmente a su esposa, a su vecino; ¿cómo podría conocerles si no se conoce a sí mismo? Usted tiene una porción de informaciones, conclusiones, explicaciones de sí mismo, pero no está atento a aquello que es, a lo implícito. Las explicaciones, las conclusiones, que llamamos conocimiento, impiden la vivencia de lo que es. Sin ser inocente, ¿cómo puede haber sabiduría? Sin morir para el pasado, ¿cómo puede haber renovación de la inocencia? El morir es de instante en instante; morir es no acumular; el experimentador [el yo] debe morir para la experiencia. Sin experiencia, sin conocimiento, el experimentador [el yo] no existe. Conocer es ser ignorante; no conocer es el comienzo de la sabiduría (46).
El conocimiento puede ser trasmitido, pero no la sabiduría; debe haber liberación del conocimiento para que pueda llegar la sabiduría. El conocimiento no es la moneda que sirve para comprar la sabiduría; pero el hombre que ha entrado en el refugio del conocimiento no se aventura ya a salir, porque la palabra alimenta su pensamiento y se siente halagado con el pensar. El pensar es un estorbo para la vivencia; y no hay sabiduría sin vivencia. El conocimiento, la idea, la creencia, son obstáculo en el camino de la sabiduría (46).
La sabiduría y la verdad vienen a un hombre que verdaderamente dice, ‘soy ignorante, no sé’. Los sencillos, los inocentes, no los que están cargados de conocimiento, verán la luz, porque son humildes (53).