La búsqueda de la verdadera felicidad

 

Bucar verdadera felicidadSólo cuando se enfrentan sin barreras a sus experiencias, encontrarán ustedes una constante felicidad; entonces ya no estarán agobiados por el peso de los recuerdos que impiden la acción (12).

Uno debe tener comida, ropas, vivienda y esas cosas, pero a fin de que esto sea posible para todos, los individuos deben comenzar a comprender sus propias necesidades, las necesidades que son humanas, y organizar sobre eso todo el sistema de pensamiento y acción; sólo entonces podrá haber una verdadera felicidad creativa en el mundo (13).

Si el pensamiento está realmente libre de los innumerables impedimentos que le hemos impuesto en nuestra búsqueda de seguridad, entonces abordaremos la vida como un todo, y esto contiene en sí una gran felicidad (13).

El mundo será feliz cuando no haya necesidad de predicadores, cuando cada individuo se realice verdaderamente (13).

Donde hay una promesa de seguridad y felicidad, el deseo por obtenerlas es tan grande que ciega la comprensión, el discernimiento; y la autoridad es cultivada como un medio de satisfacer los múltiples anhelos (14).

 En la profunda comprensión de uno mismo reside la felicidad que cada ser humano busca a tientas y se esfuerza por lograr (14).

 En la llama de la percepción alerta se resuelven finalmente todos los problemas.  Sin esta transformación, la vida es lucha y sufrimiento, no hay en ella felicidad ni paz (15).

Cuando hay felicidad, uno no dice: ‘yo soy feliz’; sólo cuando la felicidad está ausente, cuando hay conflicto, uno adquiere conciencia de sí mismo (15).

La vida puede ser profunda y verdaderamente comprendida, sólo tal como existe en cada uno; uno mismo es esa vida y, sin comprenderla, no puede haber serenidad y felicidad perdurables (15).

La felicidad es buscada por medio de la realización personal, o sea, por medio de la creencia, y no hay felicidad en las cosas producidas por la mano o por la mente.  Si uno busca la felicidad por medio de algo, entonces se torna extremadamente importante esa cosa, no la felicidad (15).

Un hombre feliz no depende de las cosas, para su felicidad; posee el más importante de los tesoros.  Para un hombre que no posee ese tesoro, tienen preponderancia los valores sensorios y, debido a eso, es causa de conflicto e infelicidad (15).

La mera transformación externa no habrá de traernos la felicidad.  Sólo cuando haya una evolución interna, una transformación psicológica, sólo entonces podrá haber paz y felicidad en uno mismo y, por lo tanto, en el mundo (15).

 La felicidad sólo puede llegar cuando nos olvidamos de nosotros mismos.  El sexo es usado como un medio de lograr un buen estado de olvido del ‘yo’ (15).

 La felicidad adviene naturalmente, fácilmente, sólo cuando no hay fricción, ni dentro ni alrededor de nosotros, y la fricción cesa únicamente cuando comprendemos las cosas en su proporción exacta, en sus valores correctos (16).

Uno debe comenzar como si no supiera nada, y sólo entonces hay descubrimiento, el cual es creativo, liberador; únicamente entonces, nuestro descubrimiento trae consigo alegría y felicidad (16).

En esta civilización actual, la felicidad del hombre se ha perdido porque el conocimiento tecnológico está siendo usado para la exaltación psicológica del poder (16).

 El recto pensar adviene cuando nos comprendemos a nosotros mismos, de lo cual surge la recta acción.  Por lo tanto, la recta acción es la que proviene de la comprensión de nosotros mismos, no de una parte sino de todo el contenido, de nuestras contradictorias naturalezas, de todo lo que somos.  Cuando nos comprendemos de ese modo, hay recta acción y, gracias a esa acción, hay felicidad (16).

¿Es felicidad lo que estamos buscando, o lo que buscamos es alguna clase de satisfacción, y de ella esperamos obtener la felicidad?  Por cierto, hay una diferencia entre felicidad y satisfacción.  ¿Podemos buscar la felicidad?  Quizá podamos encontrar satisfacción, pero no podemos encontrar la felicidad.  La felicidad es, ciertamente, derivativa; es un producto derivado de alguna otra cosa.  Por lo tanto, antes de dedicar nuestras mentes y nuestros corazones a algo que exige muchísima intensidad, atención, reflexión, cuidado, debemos averiguar qué es lo que estamos buscando, si es felicidad o satisfacción (16).

 La felicidad adviene únicamente cuando nos olvidamos de nosotros mismos, cuando no existe el sentido de importancia del ‘yo’.  Pero el ‘yo’ se vuelve importante cuando adquieren suma importancia el pasado o el futuro.  Así, pues, el mero disciplinarnos para ser alguna cosa, jamás puede originar ese estado en el que no existe conciencia de uno mismo como ‘yo’ (16).

Un hombre feliz no sigue (50).

Hemos aceptado, como aceptamos tantas cosas, que la experiencia es necesaria para la iluminación, para la comprensión, para la felicidad; mientras que, por el contrario, sólo una mente en estado de inocencia puede ser feliz, no una mente cargada de experiencias [condicionada] (37).

La felicidad que continúa no es felicidad.  La dicha es el estado atemporal del ser.  Este estado atemporal puede producirse tan sólo cuando existe una gran insatisfacción; no la insatisfacción que ha hallado una vía de escape, sino la insatisfacción que no tiene salida ni escapatoria y que ya no busca la satisfacción (43).

Cuando uno es feliz, el tiempo no existe, el ayer y el mañana están totalmente ausentes; no tiene uno idea del pasado o del futuro (53).