Todo hábito debe, por fuerza, impedir la claridad de percepción y encubrir nuestra propia integridad. Este mecanismo ha sido desarrollado como un medio de escape, un proceso de encubrimiento para disimular nuestra confusión y nuestras incertidumbres; lo hemos desarrollado para ocultar la futilidad de nuestras acciones y la rutina del trabajo, de la ocupación; o para escapar de la vacuidad, del dolor, de la decepción, etc. (14).
¿Cómo nace el hábito? Nace a causa de la educación de las influencias ambientales, de nuestros propios recuerdos. Además, es cómodo tener un mecanismo que funcione basándose en hábitos; de ese modo jamás está inseguro, jamás vacila, inquiere, duda o está ansioso. Así es como la mente crea el patrón que llamamos hábito, rutina. Y dentro de eso funciona (64).
Sólo cuando no hay atención los hábitos se forman. Usted puede levantarse a la misma hora todas las mañanas y sabe por qué se está levantando. Esta atenta percepción puede aparecer ante otra persona como un hábito -bueno o malo- pero para uno que está alerta, atento, no hay en realidad hábito alguno (52).
Sólo la mente embotada, adormecida, crea hábitos y se aferra a ellos. Una mente atenta de instante en instante -atenta a lo que se está diciendo, atenta al movimiento de las manos, de los pensamientos y sentimientos- descubrirá que la formación de nuevos hábitos ha llegado a su fin (42).
El hábito se forma cuando hay placer y la exigencia de que el placer continúe. El hábito se basa en el placer y en su recuerdo. Una experiencia inicial desagradable puede volverse gradualmente hábito agradable y ‘necesario’. El hábito es la repetición de un acto agradable producido por recuerdos e imágenes estimulantes evocadas por la mente. Las secreciones glandulares y sus resultados, como en el caso del hambre, no son un hábito, son el proceso normal del organismo físico; pero cuando la mente se entrega a la sensación, estimulada por pensamientos e imágenes, entonces seguramente se pone en marcha la formación del hábito. El alimento es necesario, pero la exigencia de un gusto particular en el alimento se basa en el hábito. Como encuentra placer en ciertos pensamientos y actos, sutiles o abiertos, la mente insiste en su continuación y con ello crea hábito. Un acto repetitivo, como el cepillarse los dientes por la mañana, se convierte en hábito cuando no se le presta atención (53).
¿Por qué forma hábitos la mente? Daos cuenta de las modalidades de vuestra propia mente y descubriréis por qué. La mente forma hábitos para estar segura, a salvo, cierta, imperturbada, para tener continuidad. La memoria es hábito. Hablar un idioma determinado es un proceso de memoria, de hábito; pero lo que se expresa en el idioma, una serie de pensamientos y sentimientos, es también habitual, basado en lo que se os ha dicho, en la tradición, etc. La mente se mueve de lo conocido a lo conocido, de una certeza a otra; por eso no hay jamás liberación de lo conocido (67).