Comprender lo que es la sabiduría

 

Comprender la sabiduríaLa sabiduría no está en el análisis.  Usted sufre, y analizando procura encontrar la causa; o sea, que está analizando un suceso muerto, la causa que ya se encuentra en el pasado.  Lo que tiene que hacer es encontrar la causa del sufrimiento en el instante mismo del sufrimiento [dándose cuenta de los ecos que el sufrimiento genera en la mente].  Analizando el sufrimiento no encuentra la causa, analiza sólo la causa de un acto particular.  Entonces dice: ‘he comprendido la causa de ese sufrimiento’.  Pero en realidad sólo ha aprendido a evitar el sufrimiento; no ha liberado del sufrimiento a la mente.  Este proceso de acumulación, de aprender mediante el análisis de su acto particular, no genera sabiduría.  La sabiduría surge sólo cuando la conciencia del ‘yo’ -que es el creador, la causa del sufrimiento- se disuelve (12).

Tenemos la idea de que la sabiduría es un proceso de adquisición mediante la constante multiplicación de experiencias.  Pensamos que, multiplicando las experiencias, aprenderemos, y que ese aprender nos dará sabiduría; y con esa sabiduría en acción esperamos encontrar la riqueza de la vida, la suficiencia propia, la felicidad, la verdad.  O sea, que para nosotros la experiencia no es sino un cambio constante de sensaciones, porque recurrimos al tiempo [decimos: esta experiencia me traerá en el futuro sabiduría] para que nos dé sabiduría.  Cuando pensamos de esta manera, que por medio del tiempo adquiriremos sabiduría, tenemos la idea de llegar a alguna parte; decimos que el tiempo, gradualmente, revelará la sabiduría.  Pero el tiempo no revela la sabiduría, porque utilizamos el tiempo sólo como un medio para llegar a alguna parte [la sabiduría viene por la comprensión de la experiencia, por la acumulación de las mismas].  Cuando tenemos la idea de obtener sabiduría mediante el constante cambio de experiencias, estamos buscando la adquisición, y así no hay percepción inmediata, la cual es sabiduría.  Si comprenden que sólo en la percepción inmediata [observar la realidad sin la participación del pensamiento], en el discernimiento instantáneo [de una mente no condicionada, lúcida] se encuentra la plenitud de la sabiduría, entonces desaparecerá esta idea del cambio gradual de los objetos del deseo (12).

La sabiduría no es el resultado de la acumulación, la sabiduría no es posesión; la sabiduría es espontánea, inmediata (12).

 La sabiduría consiste en comprender los valores perdurables y en vivir tales valores (12).

La sabiduría nace cuando realmente se mueven, no cuando están anclados en una forma particular de creencia (13).

No hay seguridad, no hay autoprotección ni podrá haberla jamás.  Sólo existe la sabiduría, la cual es comprensión, no protección (13).

¿Piensa usted que alguna sociedad o algún libro pueden darle sabiduría?  Los libros y las sociedades pueden darle información; pero si usted dice que una sociedad puede darle sabiduría, entonces depende de ella, con lo cual esa sociedad se vuelve su explotadora.  Si la sabiduría pudiera adquirirse por medio de una sociedad o secta religiosa, seríamos todos sabios, porque las religiones han estado con nosotros por miles de años.  Pero la sabiduría no es para adquirirse de esa manera.  La sabiduría es la comprensión del continuo fluir de la vida o realidad, la cual puede discernirse sólo cuando la mente es vulnerable, o sea, cuando la mente ya no está obstruida por sus propios deseos autoprotectores, sus reacciones e ilusiones (13).

La raíz de la comprensión se encuentra en comprender lo pequeño, lo trivial [ser sensible a la realidad externa e interna de lo que soy].  Sin comprender lo pequeño, el pensamiento-sentimiento no puede ir más allá de sí mismo.  Uno debe darse cuenta de sus trivialidades, de su estrechez mental, de sus prejuicios, y comprenderlos.  Y puede comprenderlos sólo cuando hay humildad, cuando no juzga ni compara, no acepta ni rechaza.  Ahí radica el principio de la sabiduría (14).

Cada cual debe experimentar y descubrir la realidad; sólo en ese descubrimiento hay júbilo, serenidad y la más elevada sabiduría (15).

Tal como un cajón es útil sólo cuando está vacío, así la mente debe estar libre de todas sus acumulaciones [estructuras condicionadas del pasado], porque únicamente entonces puede estar abierta a la sabiduría y al éxtasis de lo real.  La serenidad de la sabiduría no es el resultado de un acto de voluntad, no es una conclusión, un estado que pueda alcanzarse deliberadamente.  Surge en la conciencia alerta de la comprensión (15).

 La sabiduría no es memoria acumulada, sino vulnerabilidad suprema a lo real (15).

Cuando la mente está serena y libre de su propia actividad y de su parloteo [diálogos internos, pensamientos confusos], adviene la suprema sabiduría (15).

A fin de que pueda existir la suprema sabiduría, la mente debe purificarse de todos los impedimentos que ella misma crea [condicionamientos] (15).

 La comprensión llega cuando percibimos lo que es.  Estar alerta a lo que es, a lo obvio, a lo factual, sin interpretarlo, sin traducirlo, es el principio de la sabiduría.  Cuando la mente se halla cargada de prejuicios, de creencias, y está distorsionada por el esfuerzo, pasamos por alto la verdad de lo que esComprender exactamente lo factual, pone fin al conflicto.  Percibir con exactitud, de instante en instante, lo que uno es, nos libera del conflicto y de la confusión.  Ése es el principio de la sabiduría (15).

La oscuridad no puede unificarse con la luz; la ignorancia no puede volverse sabiduría.  La ignorancia y la oscuridad deben cesar para que nazcan la sabiduría y la luz.  La sabiduría no tiene un objetivo final.  Adviene cuando la ignorancia es experimentada, descubierta y disuelta de instante en instante (15).

¿La sabiduría es la acumulación de muchas experiencias?  ¿O la sabiduría ha de hallarse en la comprensión completa de una experiencia?  Como nunca comprendemos de manera completa y plena una experiencia, erramos de experiencia en experiencia, en la esperanza de alguna salvación, de algún refugio, de alguna felicidad.  De suerte que hemos hecho de la vida un proceso de continua acumulación de experiencias, y por eso ella es una lucha sin fin, una incesante batalla para lograr, para adquirir (50).

Mientras la mente funcione dentro del ámbito del ‘yo’ y de lo ‘mío’ -lo cual es mera reacción- no puede haber sabiduría.  La sabiduría es un estado de espontaneidad que no tiene centro, que no tiene entidad acumulativa [el yo] (50).

La sabiduría no puede comprarse, no puede aprenderse; ella adviene tan sólo cuando la mente esté quieta, totalmente en silencio [sin pensar], no silenciada por compulsión, coerción o disciplina (63).

Sólo cuando la mente es libre es a la vez sabia y activa (38).

 La sabiduría es hija de la verdad, y la inteligencia es hija de la sabiduría (28).

Ser un hombre sabio significa vivir en un estado de completa armonía, no estar fragmentado [el yo y lo otro], funcionar bellamente en lo intelectual, lúcidamente y no con una moral falsa.  El amor a la sabiduría significa que usted, como ser humano, ama.  Y de ello emerge la sabiduría.  No que usted ame la sabiduría, sino que a causa de que tiene amor en su corazón es sabio (17).

 La sabiduría que le faltaba a la humanidad era el reconocimiento de que la mente [confusa, condicionada] constituía el origen de la maquinaria hacedora de los problemas.  En esta área de percepción residía la libertad fundamental del hombre (24).

El hombre sabio comprende el tiempo, el pensamiento y el dolor, y sólo él puede comprender la muerte (76).

 El estudio de las explicaciones [procesos de una mente confusa] no es el estudio de la sabiduría; sólo es posible la sabiduría cuando las explicaciones cesan (46).

 La sabiduría llega con la comprensión de nuestra relación con el campo, con el transeúnte, con el pensamiento fugaz.  El retirarse, el aislarse con el fin de hallar, es poner fin al descubrimiento (53).