Siguiendo a otro, uno no hace otra cosa que convertirse en un esclavo, en una persona carente de inteligencia; se vuelve una máquina un autómata imitativo. Siguiendo a otro, usted jamás puede descubrir qué es la vida, qué es la eternidad. Seguir a otro es destructivo, cruel, conduce a la explotación. Para expresarlo de un modo distinto: siguiendo a otro destruye usted la posibilidad de descubrir la verdad, la eternidad. ¿Por qué sigue? Porque desea que le guíen, que le ayuden. Piensa que no puede comprender; por lo tanto, acude a otro, aprende su técnica y se vuelve esclavo de ese método. Se convierte en el explotador y el explotado; no obstante, espera que, practicando continuamente ese método, liberará el pensar creativo. Jamás podrá liberar el pensar creativo siguiendo a otro. Sólo cuando empiece a cuestionar la idea misma del seguimiento, la idea de crear autoridades y rendirles culto, puede descubrir lo verdadero; y la verdad liberará su mente y su corazón. La gente no necesita guía; necesita despertar. Si usted es guiado hacia ciertas acciones virtuosas, esas acciones dejan de ser virtuosas; son meramente imitativas, obligadas. Pero si usted mismo cuestiona, si está continuamente alerta y descubre los valores genuinos -y eso sólo usted mismo puede hacerlo y nadie más-, entonces toda la cuestión del seguir, del ser guiado, pierde su significación. La sabiduría no es una cosa que adviene por medio de la guía, del seguimiento, de la lectura de libros. Uno no puede aprender sabiduría de segunda mano, si bien eso es lo que ustedes tratan de hacer. Dicen: ‘guíeme, ayúdeme, libéreme’. Pero yo digo que se cuiden del hombre que les ayuda, que les libera (12).
Tengo entendido que ustedes son todos cristianos y dicen que siguen a Cristo Los seres humanos, ya sean cristianos o mahometanos o budistas, ¿siguen realmente a sus líderes? Es imposible, no les siguen. Entonces, ¿por qué se aplican ustedes a sí mismos rótulos y se separan unos de otros? Mientras que, si de verdad transformáramos el medio al que nos hemos esclavizado tanto, seríamos realmente dioses dentro de nosotros mismos, no seguiríamos a nadie (13).
¿Por qué siguen ustedes a alguien y por qué crean un líder? Si les interesa, les ruego que consideren esto con mucha atención. ¿Por qué siguen? Siguen a alguien sólo cuando están confusos; cuando son desdichados, cuando se sienten abatidos, desean que alguien -un político, un líder religioso o militar- les ayude, les saque de su desdicha. Cuando tienen claridad, cuando comprenden, no desean ser conducidos (16).
Seguir a alguien no es encontrar la verdad. Si uno quiere comprender qué es la verdad no puede haber seguidor ni instructor. No hay ‘gurú’ que vaya a conduciros a la verdad. El seguir cualquier género de autoridad es negar la inteligencia. Seguimos porque nosotros mismos estamos confusos, y partiendo de esa confusión escogemos el líder, por lo tanto el líder, a su vez, sólo puede estar confuso. Escogéis el ‘gurú’ para que quede satisfecho vuestro apetito de seguridad, y lo que seguís es vuestra propia proyección, vuestra propia satisfacción, no la verdad. Cuando seguís a alguien destruís a ese alguien, es decir, os destruís a vosotros mismos (50).
Seguís si queréis lograr, llegar, o ganar algo que creéis ofrece el que habla. Pero si el que habla ofrece algo, entonces en realidad es un propagandista, no un buscador de la verdad (34).
Es importante descubrir, no quién es el Maestro, el santo, el líder, sino por qué seguís. Sólo seguís para ganar, para tener claridad. La claridad no puede ser dada por otro (46).
Seguir a otro es sólo efecto de una causa profunda, y sin comprender esa causa, tiene poco sentido que uno siga o no exteriormente (53).