Si la mente puede comprender por completo el significado del presente, entonces la acción se vuelve realización plena y no crea nuevos conflictos y sufrimientos, que no son sino el resultado de la acción limitada, de los obstáculos que el temor ha implantado en el pensamiento (13).
Donde la acción es incompleta, no hay realización creativa, lo cual engendra temor. De este temor surge la búsqueda de seguridad en el más allá (13).
Yo no estoy contra todas las organizaciones. Estoy contra aquellas que impiden la realización individual, especialmente esa organización llamada religión, con sus temores, sus creencias y sus intereses creados. Se supone que ayudan al hombre, pero de hecho obstruyen profundamente su verdadera realización (13).
Como nuestras mentes están llenas de frustraciones causadas por el temor, es necesario darse cuenta de esas limitaciones, y la mente debe liberarse con espontaneidad de ellas a través de la acción. Entonces la acción es completa, hay plenitud de realización (13).
A la mayor parte de nosotros nos asusta terriblemente estar solos. Por consiguiente, existe el conflicto que surge de la contradicción, y la raíz de esta contradicción es el ansia de realización. Hay pues esta constante ansia de realizar, de ser, de llegar a ser algo permanente; y allí está la cuestión del tiempo. Todos estos son los factores del miedo (34).
Cuando buscamos realización en cualquier forma, ya sea por la pintura, la música, las relaciones, o lo que queráis, siempre hay miedo (47).
Una mente que no tiene miedo de ninguna clase, no necesita realizar (47).
La realización y el miedo a la muerte son las dos caras de un mismo proceso: el fortalecimiento del ‘yo’. Después de todo, la realización es la completa identificación con algo -con los niños, con la propiedad, con las ideas. Con los niños y las propiedades existe bastante riesgo, pero las ideas ofrecen mayor protección y seguridad. Las palabras, que son ideas y recuerdos, con sus sensaciones, se tornan importantes; y la realización o finalidad se convierte entonces en la palabra (46).
Con el impulso de realizar, siempre está la sombra del temor (53).
La autorrealización, en cualquier forma que sea, es evidentemente la perpetuación de este centro [el yo] que se esfuerza en ser o en llegar a ser algo. Podéis querer haceros famosos por vuestros escritos, y yo puedo querer alcanzar lo que llamo Dios o la realidad, lo cual tiene sus propios beneficios, conscientes o inconscientes. A vuestro empeño se le llama mundano, y al mío religioso o espiritual; pero, prescindiendo de los rótulos, ¿hay tanta diferencia entre ambos? El objeto del deseo puede variar, pero el motivo fundamental es el mismo. La ambición de realizar o de llegar a ser algo tiene siempre en su seno la semilla de la frustración, del temor y del dolor (67).