Shakespeare

“Ello es, Horacio, que en el cielo y en la tierra hay más de lo que puede soñar tu filosofía”.

“Asume una virtud si no la tienes”.

“Con el cebo de la mentira se pesca una carpa de verdad”.

“Dios os ha dado una cara y vosotros os hacéis otra”.

“Cuando llega la desgracia, nunca viene sola, sino a batallones”.

“La brevedad es el alma del ingenio”.

“No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así”.

“Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito”. “Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez”.

“¡La culpa, querido Brutus, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos que consentimos en ser inferiores!”.

“Mira que a veces el demonio nos engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes”.

“Muchas veces tenemos por amor lo que es verdadera desgracia”.

“Si con dar un solo golpe se atajaran las consecuencias y el éxito fuera seguro…, yo me lanzaría de cabeza desde el escollo de la duda al mar de una existencia nueva”.

“Quien saque como vosotros bien del mal, y haga amigo al enemigo, llevará la bendición de Dios”.

“La alegría es la salsa de las cenas”.

“Esa engañosa palabra mañana, mañana, mañana, nos va llevando por días al sepulcro, y la falaz lumbre del ayer ilumina al necio hasta que cae en la fosa”.

“La vida es como un cuento relatado por un idiota, un cuento lleno de palabrería y frenesí!, que no tiene ningún sentido”.

“Al nacer, lloramos porque entramos en este vasto manicomio”.

“Dale al vicio un broquel de oro y la espada de la justicia se quebrará contra él, sin mellarlo; pero cubre su broquel con andrajos y un pigmeo lo atravesará con una simple paja”.

Fray Lorenzo: “Allí en el suelo, borracho de sus propias lágrimas”.

Romeo: “…El amor es un humo que sale del vaho de los suspiros; al disiparse, un fuego que chispea en los ojos de los amantes; al ser sofocado, un mar nutrido por las lágrimas de los amantes; ¿qué más es? Una locura muy sensata, una hiel que ahoga, una dulzura que conserva”.

“El que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio”.

“El desdichado no tiene otra medicina que la esperanza”.

“El necio piensa que es discreto; pero el discreto reconoce que es un necio”.

“El amor es demasiado joven para apreciar lo que es conciencia, y, sin embargo, todos saben que la conciencia es engendro del amor”.

“El mismo diablo citará las sagradas escrituras si viene bien a sus propósitos”.

“El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen”.

“El hombre a quien no conmueve el acorde de los sonidos armoniosos, es capaz de toda clase de traiciones, estratagemas y depravaciones”.

“El dinero si va delante, todos los caminos se abren”.

“El placer y la acción hacen aparecer breves las horas”.

“El traje denota muchas veces al hombre”.

“El tejido de nuestra vida está hecho con un tejido mixto, bueno y malo”.

“Estamos hechos de la misma materia que los sueños. Nuestro pequeño mundo está rodeado de sueños”.

“Algunas caídas son el medio para levantarse a situaciones más felices”.

“Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma”.

“Anunciad con cien lenguas el mensaje agradable; pero dejad que las malas noticias se revelen por sí solas”.

“Aquel que es realmente tu amigo acudirá en tu ayuda cuando la necesites: Si estas triste,…llorará; si estas en vela,…no podrá dormir; así, de cada pena del corazón contigo compartirá la carga. Estas son señales ciertas para distinguir al amigo fiel del enemigo adulador”.

“Como llegan lejos los rayos de aquella pequeña bujía, así brilla una buena acción en un mundo salvaje”.

“Comprarla a cambio de demasiadas preocupaciones es perder la vida”.

“Con frecuencia pedimos al cielo recursos que residen en nosotros mismos. El destino celeste nos deja libres en nuestras acciones y no retarda nuestros designios, sino cuando somos lentos en ejecutarlos”.

“Considera tú antes de entrar en las disputas pero, una vez estés en liza, hazte considerar”.

“Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo; no sea que te chamusques a ti mismo”.

“Cualquiera puede dominar un sufrimiento excepto el que lo siente”.

“Cuando son dos a cabalgar en un caballo, uno de ellos tiene que ir detrás”.

“Cuanto más grande es la prueba, más glorioso es el triunfo”.

“Dad palabra al dolor: el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe”.

“Dejemos esclarecer por el tiempo las dudas. La fortuna conduce al puerto muchos barcos sin piloto”.

“Donde mueren las palabras nace la música”.

“El amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos”.

“El amor nace, vive y muere en los ojos”.

“El amor no prospera en corazones que se amedrentan de las sombras”.

“El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos; dondequiera que estemos, está también nuestro aprendizaje”.

“El buen predicador es el que sigue sus propios preceptos”.

“El cansancio ronca sobre los guijarros, en tanto que la tarda pereza halla dura la almohada de plumas”.

“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”.

“El dinero es la felicidad humana en abstracto; en consecuencia, aquel que no es capaz de ser feliz en concreto, pone todo su corazón en el dinero”.

“El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras”.

“El hombre sin espíritu musical y que no se conmueve con la armonía de dulces sonidos, es capaz de todas las traiciones, insidias y latrocinios”.

“El pasado es un prólogo”.

“El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia; esto es la esencia de la humanidad”.

“El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea para reparar el daño”.

“El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad”. Nota: También atribuida a Henry van Dyke, escritor de cuentos, poeta y ensayista estadounidense (1852-1933).

“En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber”.

“En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser”.

“En un minuto hay muchos días”.

“Entre la majestad y un hombre oscuro, no hay otra diferencia que la pompa visible”.

“Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada”.

“Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante; pero usar de ella como un gigante es propio de un enano”.

“Fuertes razones, hacen fuertes acciones”.

“Hay sonrisas que hieren como puñaladas”.

“Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro”.

“Hereje no es el que arde en la hoguera. Hereje es el que la enciende”.

“Jamás viene la fortuna a manos llenas, ni concede una gracia que no haga explicar con un revés”.

“Juzgar a otro es juzgarse a uno mismo”.

“La aflicción hace de una hora diez”.

“La autoestima no es tan vil como la desestimación de uno mismo”.

“La belleza, sin necesidad de valedores, persuade por sí misma los ojos de los hombres”.

“La brevedad es el alma del ingenio”.

“La calumnia vive hereditariamente y se establece a perpetuidad allí donde toma posesión”.

“La clemencia que perdona a los criminales es asesina”.

“La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo”.

“La desconfianza en nosotros mismos es un enemigo traidor que nos priva de hacer muchas cosas buenas , sin más razón que la de no resolvernos e intentarlas”.

“La ira es un caballo fogoso; si se le da rienda suelta, se agota pronto por un exceso de ardor”.

“La ira es un veneno que uno toma esperando que muera el otro”.

“La juventud, aún cuando nadie la combata, halla en sí misma su propio enemigo”.

“La lluvia ligera suele tener duración larga, pero las grandes tempestades son repentinas”.

“La memoria es el centinela del cerebro”.

“La mejor parte del valor es la discreción”.

“La miseria depara al hombre extraños compañeros de cama”.

“La mujer es un manjar digno de los dioses cuando no lo guisa el diablo”.

“La mujer ligera hace pesado al marido”.

“La paz y la abundancia engendran cobardes; la necesidad fue siempre madre de la audacia”.

“La pena, más que cordial, es un corrosivo para los males que no tienen cura”.

“La pena ruidosa se gasta en ruido”.

“La prosperidad es el más seguro lazo de amor”.

“La vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido”.

“Lamentar un infortunio pasado, y que no existe, es la más segura vía de crearse otro infortunio”.

“Las heridas que no se ven son las más profundas”.

“Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara”.

“Las medidas templadas son peligrosas cuando el mal es violento”.

“Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón”.

“Las sensaciones extremas, cuando se prolongan, acaban por no sentirse”.

“Las valiosas presas convierten en ladrones a los hombres honrados”.

“Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las sagradas escrituras”.

“Lo bonito y lo feo no existen, es el pensamiento lo que hace que así sean”.

“Los amigos que tienes y cuya amistad la hayas puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero”.

“Los grandes sufrimientos se exacerban a la vista de los que podrían aliviarlos”.

“Los hombres poderosos tienen manos que alcanzan lejos”.

“Los males desesperados se alivian con remedios desesperados, o no tienen alivio”.

“Los peligros visibles nos atemorizan menos que los horrores imaginarios”.

“Los puñales, cuando no están en la mano, pueden estar en las palabras”.

“Los que no saben gobernar, que obedezcan”.

“Los viejos desconfían de la juventud porque han sido jóvenes”.

“Maestro quisiera saber como viven los peces en el mar. -Como los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños”.

“Malgasté el tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mí”.

“Mendigo como soy, también soy pobre en agradecimiento”.

“Mil muertes nos rodean, y nosotros tememos a aquella que pondría fin a tantos males”.

“Miserable es el amor que puede ser remedio”.

“Muestra tu valor y envaina la espada”.

“Nada envalentona tanto al pecador como el perdón”.

“Nada es bueno o malo, sino que el pensamiento es lo que hace las cosas buenas o malas”.

“Nada hay serio en el destino humano”.

“Nada más elocuente que la elección”.

“Nadie es culpable cuando todos desatinan”.

“No enciendas tanto la hoguera contra tu enemigo que alcance a quemarte”.

“No ensucies la  donde has apagado tu sed”.

“No es bastante levantar al débil; es necesario aún sostenerle después”.

“No hay marido peor que el mejor de los hombres”.

“No hay tinieblas sino en la ignorancia”.

“No hay quien sea enteramente inaccesible a la adulación, porque el hombre mismo que manifestase aborrecerla, en alabándole de esto, es adulado con placer suyo”.

“No merece gustar la miel quien se aparta de la colmena porque las abejas tienen aguijón”.

“No tientes a un hombre desesperado”.

“No tratéis de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino”.

“Nuestras dudas son traidores que con frecuencia nos hacen perder el bien, que habríamos podido ganar, con el temor de intentarlo”.

“Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso, las horas y el tiempo pasan”.

“¡Oh amor poderoso!, que a veces hace de una bestia un hombre, y otras de un hombre una bestia”.

“Oh es bueno tener la fuerza de un gigante, pero no usarla como un gigante”.

“Oír con los ojos es una de las agudezas del amor”.

“Para conseguir una llama grande hemos de comenzar con prenderla con pequeñas pajitas”.

“Penséis lo que penséis, creo que no están de más las buenas palabras”.

“Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión”.

“Procurando lo mejor, estropeamos lo que está bien”.

“Que después de un combate demasiado ligero, no parezca ligero el galardón”.

“¿Qué leéis, monseñor? Palabras, palabras, palabras”.

“Quien quiera comer la nuez ha de romper la cáscara”.

“Quien se complace en ser adulado es digno del adulador”.

“Quien se eleva demasiado cerca del sol con alas de oro las funde”.

“Sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser”.

“Sabes que has tenido un padre… ¡Que tu hijo pueda reconocer también lo mismo!”

“Sazona tu admiración por algún tiempo”.

“Sé casto como el hielo y puro como la nieve, y no escaparás jamás de la calumnia”.

“Sé para ti mismo lo que quisieras ser para tu mejor amigo”.

“Se puede hacer mucho con el odio, pero más aún con el amor”.

“Ser honrado tal como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido entre diez mil”.

“Si a cada cual se le diese su merecido, ¿qué hombre podría escapar del látigo?”.

“Si bien amor toma a la Razón por médico, no le admite nunca consejero”.

“Si el dinero va por delante, todos los caminos están abiertos”.

“Si el hombre fuera constante, sería perfecto”.

“Si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin mayor fundamento”.

“Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer; no has amado”.

“Si perdemos el día de hoy en la holganza, lo mismo nos sucederá mañana, y peor todavía pasado mañana. Agarremos los instantes por la punta”.

“Si se quiere ascender por cuestas empinadas, es necesario al principio andar despacio”.

“Si el dinero va delante, todos los caminos se abren”.

“Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar”.

“Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras”.

“Ten más de lo que muestras; habla menos de lo que sabes”.

“Toda nube no engendra una tempestad”.

“Todas las cosas de este mundo se persiguen con más ardor que se gozan”.

“Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra: tan inmediatas caminan”.

Acto Tercero. Escena I.

Ser o no ser: esa es la cuestión.

¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los golpes y dardos de la adversa fortuna o tomar armas contra un piélago de calamidades y, haciéndolas frente, acabar con ellas?

Morir (…), dormir; no más.

¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne!

¡He ahí un término devotamente apetecible! ¡Morir (…), dormir; tal vez soñar!

¡Sí, ahí está el obstáculo!

Pues es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en ese sueño de la muerte, cuando nos hayamos liberado del torbellino de la vida. ¡Esta es la reflexión que da tan larga vida al infortunio!

Pues, ¿quién soportaría los ultrajes y desdenes del mundo, los agravios del opresor, las afrentas del soberbio, los tormentos del amor desairado, la tardanza de la ley, las insolencias del poder y los desdenes que el paciente mérito recibe del hombre indigno, cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple estilete?

¿Quién querría llevar tales cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa, si no fuera por temor a algo tras la muerte, la ignorada región de cuyos confines ningún viajero retorna, temor que desconcierta nuestra voluntad y nos hace soportar los males que nos afligen antes que lanzarnos a otros que desconocemos?

Así la conciencia nos vuelve cobardes a todos, y así el primitivo matiz de la resolución desmaya con el pálido tinte del pensamiento, y las empresas de gran aliento e importancia, por esa consideración, tuercen su curso y pierden el nombre de acción (…).

Pero, ¡silencio! ¡La hermosa Ofelia! Ninfa, en tus oraciones acuérdate de todos mis pecados.