Su padre fue un comerciante en lanas. En 1859, la crisis económica dio al traste con el comercio paterno y al año siguiente la familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos años de dificultades y estrecheces, siendo muy frecuentes las temporadas en las que, durante el resto de su larga vida (falleció en octubre de 1896), el padre se encontraría sin trabajo. Freud detestó siempre la ciudad en la cual, por otra parte, residió hasta un año antes de su muerte, cuando, en junio de 1938 y a pesar de la intercesión de Roosevelt y Mussolini, se vio obligado, dada su condición de judío -sus obras habían sido quemadas en Berlín en 1933-, a emprender el camino del exilio hacia Londres como consecuencia del Anschluss, la anexión de Austria al rancio proyecto pangermanista de la Gran Alemania, preparada por los nazis con ayuda de Seyss-Inquart y los prosélitos austriacos.
Después de considerar la posibilidad de cursar los estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico. A mitad de la carrera, tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y, de 1876 a 1882, trabajó en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano. De esa época data su amistad con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien hubo de prestarle ayuda, tanto moral como material. En 1882 conoció a Martha Bernays, su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que desistiese de su carrera de investigador y decidiera ganarse la vida como médico, título que había obtenido en 1881, con tres años de retraso.
Sin ninguna predilección por el ejercicio de la medicina general, resolvió adquirir la suficiente experiencia clínica que le permitiera alcanzar un cierto prestigio, y, desde julio de 1882 hasta agosto de 1885, trabajó como residente en diversos departamentos del Hospital General de Viena, decidiendo especializarse en neuropatología. En 1884 se le encargó un estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína y, no sin cierta imprudencia, la experimentó en su persona. No se convirtió en un toxicómano, pero causó algún que otro estropicio, como el de empujar a la adicción a su amigo Von Fleischl al tratar de curarlo de su morfinomanía, agravando, de hecho, su caso. En los círculos médicos se dejaron oír algunas críticas y su reputación quedó un tanto ensombrecida. En 1885, se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su carrera, primeramente neuropatología, y, tiempo después, psicoanálisis, aunque sin acceder a ninguna cátedra.
La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière bajo la dirección de Jean Martín Charcot, por entonces el más importante neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma. De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, después de un largo noviazgo jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia, en especial, de los celos que sentía hacia quienquiera que pudiese ser objeto del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las cuales, Anna, nacida en diciembre de 1895, habría de convertirse en psicoanalista infantil.
Poco antes de casarse, Freud abrió una consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y la hipnosis para el tratamiento de las enfermedades nerviosas. Su amistad con Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra, aparecida en 1895, Freud desarrolló sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los trastornos psíquicos.
En 1923, le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad.
SELECCIÓN DE FRASES:
‘Flectere si nequeo superos, acheronta movebo’. ‘Si no puedo doblegar a los dioses del cielo, moveré, al menos, a los del infierno (Virgilio, Aen 7, 312). Freud tomó como lema de su vida estos dos versos de Virgilio.
‘Un hombre como yo no puede vivir sin un caballo de batalla, una pasión que le consuma, un talento. Yo he encontrado mi talento y es el servicio. No conozco límites. Mi talento es la psicología’.
‘En realidad el psicoanálisis es un método de investigación, un instrumento imparcial, como, por ejemplo, el cálculo infinitesimal’.
‘El progreso del psicoanálisis se ve demorado por el terror que siente el observador corriente de verse reflejado en su propio espejo’.
‘Ni en mi vida privada ni en mis escritos jamás he mantenido en secreto el hecho de ser un abierto y completo no-creyente’.
‘Ni los demonios ni los dioses existen, son todos productos de las actividades psíquicas del hombre’.
‘Los hombres viven, en general, el presente con una cierta ingenuidad; esto es, sin poder llegar a valorar exactamente sus contenidos’.
‘La función capital de la culturas, su verdadera razón de ser, es defendernos contra la naturaleza’.
‘La inmoralidad ha hallado siempre en la religión un apoyo tan firme como la moralidad’.
‘Los hombres, no obstante que se les hace imposible existir en el aislamiento, sienten como un peso intolerable los sacrificios que la civilización les impone para hacer posible la vida en común’.
‘Yo he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado’.
‘Si aspiras a encontrarte a ti mismo, no te mires al espejo, porque allí encontrarás solamente una sombra, un extrañó’.
‘No existe ningún punto de partida si no se sabe bien a donde ir’.
‘Recordar es el mejor modo de olvidar’.
‘Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla’.
‘Así como al jinete, si quiere permanecer sobre el caballo, a menudo no le queda otro remedio que conducirlo a donde este quiere ir, también el yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia’.
‘Cada uno de nosotros tiene a todos como mortales menos a sí mismo’.
‘Cualquiera que despierto se comportase como lo hiciera en sueños sería tomado por loco’.
‘El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización’.
‘El que ama, se hace humilde. Aquellos que aman, por decirlo de alguna manera, renuncian a una parte de su narcisismo’.
‘Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota y la otra serlo’.
‘He aquí la gran incógnita que no he podido resolver, a pesar de mis treinta años de investigación sobre el alma femenina: ¿Qué es lo que quiere lamujer?’.
‘He sido un hombre afortunado en la vida: nada me fue fácil’.
‘La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas’.
‘La civilización está permanentemente amenazada por la desintegración debido a la hostilidad primaria del hombre’.
‘La incapacidad para tolerar la ambigüedad es la raíz de todas las neurosis’.
‘La más clara prueba de que existe vida inteligente en otros planetas es que aún no han venido a visitarnos’.
‘La pipa: compañera de viaje que te acorta el camino’.
‘La religión es una ilusión que deriva su fuerza del hecho de que satisface nuestros deseos instintivos’.
‘La tensión entre las exigencias de la conciencia moral y las operaciones del yo es sentida como sentimiento de culpa’.
‘La voz del intelecto es callada, pero no ceja hasta conquistar una audiencia y, en última instancia, después de interminables repudios consigue su objetivo. Es éste uno de los pocos aspectos en los que cabe cierto optimismo sobre el futuro de la humanidad’.
‘Llamamos perversa a una práctica sexual cuando se ha renunciado a la meta de la reproducción y se persigue la ganancia del placer como meta autónoma’.
‘Los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad’.
‘Los sentimientos de ‘amor y temor de Dios’ no tienen su origen en Dios, sino en los seres humanos. Son sentimientos de frustración dirigidos por el hombre a un ser imaginario que pretende que sea su padre’.
‘Lo mejor es enemigo de lo bueno’.
‘¡Menudo progreso hemos logrado! En la Edad Media, me hubieran quemado. Ahora les basta con quemar mis libros’.
‘Ningún crítico es más capaz que yo de percibir claramente la desproporción que existe entre los problemas y la solución que les aporto’.
‘Nos moriremos todos, pero nuestras obras permanecerán’.
‘Quien piensa en fracasar, ya fracasó antes de intentar; quien piensa en ganar, lleva ya un paso adelante’
‘A la representación de una organización coherente de los procesos anímicos en una persona, le llamamos nuestro yo’.
‘Sería muy simpático que existiera Dios, que hubiese creado el mundo y fuese una benevolente providencia; que existieran un orden moral en el universo y una vida futura; pero es un hecho muy sorprendente el que todo esto sea exactamente lo que nosotros nos sentimos obligados a desear que exista’.
‘Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos’.
‘Si quieres vivir, prepárate para morir’.
‘Sólo la propia y personal experiencia hace al hombre sabio’.
‘Uno puede defenderse de los ataques; contra el elogio se está indefenso’.
‘Una vez que el primer hombre hubo descubierto la posibilidad de que mejorar su destino en la tierra estaba literalmente en sus manos, mediante el trabajo, no puede haberle resultado indiferente el que otro hombre trabajara con él o contra él. El otro hombre adquirió para él, el valor de un compañero de trabajo con quien resultaba útil convivir’.
‘Solamente este catolicismo nos salva del nazismo’.
‘Algún día la biología explicará la psicología’.
‘La verdad al cien por ciento es tan rara como el alcohol al cien por ciento’.
‘Dijo Platón que los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad’.
‘Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea’.
‘El imitar es connatural al hombre’.
‘El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal’.
‘Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro, a la mitad del camino’.
‘No, nuestra ciencia no es una ilusión. Pero sí sería una ilusión suponer que lo que la ciencia no puede darnos lo podemos encontrar en otro lugar’.
‘Mientras más se hacen asequibles al ser humano los frutos del conocimiento más se distribuye el declive de las creencias religiosas’.
‘Un hombre no tiene por qué empeñarse en deshacerse de sus complejos sino en ponerse de acuerdo con ellos; son ellos los que legítimamente dirigen su condcuta en el mundo’.
‘Soportar las verdades totalmente desnudas,
Y enfrentar con toda calma las circunstancias
He aquí la cumbre de la soberanía’
‘Haga lo que haga, lo hará siempre mal’.
‘Incluso los dioses luchan en vano con la estupidez’ (‘Mit der dummheit kämpfen götter selbst vergebens’). Schiller. A Freud le gustaba esta cita.
‘Aquel que sabe esperar no tiene necesidad de hacer concesiones’.
‘El fracaso favorece mucho más que el éxito la reacción moral’.
‘Cada vez que los seres humanos nos consideramos mejores o por encima del mono, el conejo o la mosca, surge la madre naturaleza para recordarnos lo que somos en realidad: animales’.
‘Mi filosofía que siempre he imaginado como meta y refugio de mi vejez… me resulta cada día más atractiva, así como los asuntos humanos en general…’.
AUTORES QUE HAN ESCRITO SOBRE FREUD:
‘El inventor del psicoanálisis se llamó Freud. Él descubrió especialmente escuchando a su mujer, que la gente pocas veces dice lo que realmente piensa; en lugar de eso dice lo que piensa que piensa’. Stephan Baker.
‘Lo que hay de cierto en Freud no es nuevo, y lo que hay de nuevo en Freud no es cierto… El psicoanálisis es, en el mejor de los casos, una cristalización prematura de ortodoxias espúreas; en el peor, una doctrina pseudo-científica que ha causado un daño indecible tanto a la psicología como a la psiquiatría, y que ha sido igualmente dañina para las esperanzas y aspiraciones de incontables pacientes que confiaron en sus cantos de sirena. Ha llegado la hora de tratarlo como una curiosidad histórica, y de volver a la gran tarea de construir una psicología verdaderamente científica’. Hans Eysenck, Decadencia y caída del imperio freudiano.
‘Hay algo de verdad en el psicoanálisis, como lo hubo en el mesmerismo y en la frenología (es decir, el concepto de la localización de funciones en el cerebro). Pero, considerado en su conjunto, el psicoanálisis no resulta. Es un producto acabado, como lo fueron un dinosaurio o un Zeppelin; no se puede, ni se podrá jamás erigir una teoría mejor sobre sus ruinas, que permanecerán para siempre como uno de los paisajes más tristes y extraños de la historia del pensamiento del siglo XX’. Peter Medawar.
‘El doctor Freud no sólo usó cocaína él mismo, sino que también la prescribió a sus pacientes. Y de ahí sacó sus generalizaciones. La cocaína es un fuerte estimulante sexual. Ese es el motivo de que todo lo que inventó -todos esos Edipos, esfinges y esfínteres- sea relevante solamente para la dimensión mental de un paciente cuyo cerebro ha sido convertido en huevos fritos por la cocaína. En tal estado, a uno ya sólo le queda realmente un problema: Qué hacer primero, tirarse a su madre o liquidar a su padre’. Víctor Pelevin, The Sacred Book of Werewold (2004).
‘El estudio empírico de la destructividad tiene sus raíces en este libro en la opinión sustentada por Freud y otros muchos de que sí existe la naturaleza humana; en realidad, toda la psicología dinámica se basa en esta premisa’. El corazón del hombre. E. Fromm.
‘Lo que determinó la implantación del psicoanálisis fue la derrota de la primera guerra mundial. Ganó adeptos entre la clase media urbana y los intelectuales’. La condición humana actual. E. Fromm
Harold Bloom:
‘Según he ido evolucionando como escritor, lector y profesor me he dado cuenta de que no hay prácticamente nada nuevo en Freud que no estuviera ya presente en la obra de Shakespeare’.
‘Freud, el Montaigne de nuestra era, nos recordó que la razón no hablaba en voz alta, pero que no descansaba hasta que se hacía oír’.