Médico psicoterapeuta, graduado con Diploma de Honor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en 1961 y desde hace cuarenta años explora de un modo sistemático, en la clínica y en la docencia, los mecanismos de la autocuración psicológica.
FRASES SELECCIONADAS:
- ¿Cómo definirías a la conciencia transpersonal? Hay muchos modos de definirla y a mí la que más me gusta no viene de un místico ni de un psicoterapeuta, sino de un artista. Una vez le preguntaron a Atahualpa Yupanqui qué pensaba de esas coplas anónimas que generaciones enteras cantan en muchos pueblos del mundo sin que nadie sepa quién es el autor. Y él respondió que la vida premia al verdadero artista con el anonimato, porque si bien nadie recordará su nombre, ninguna tumba encerrará su canto… Para mí constituye una hermosa metáfora, perfectamente aplicable al entendimiento de la conciencia transpersonal pues ésta se manifiesta cuando uno desplaza el ámbito de su identidad, cuando uno siente que uno “es” la copla y el nombre y el apellido pasan a un segundo lugar.
- Reconozco que habitan en mi los dos componentes, por una parte el ego y por otra, el progresivo acompañamiento que voy haciendo de mi disolución en la copla anónima. Afortunadamente puedo reconocer mejor los movimientos de mi ego y sus necesidades y ya no me identifico tanto con él. Junto con eso escucho en mí a quien sabe que mi nombre y apellido, mis diferentes roles, son sólo formas temporarias que la vida, que es lo que en esencia soy, tiene de manifestarse.
- …Y para acercarnos al amor en la dimensión humana es muy bueno observar simplemente nuestras manos. Cómo se relacionan entre sí mientras realizan las tareas del día: ponerse la ropa, abrochar un botón, preparar un café, etc. Todas las tareas. Observarlas con detenimiento y mirar la relación. Es verdaderamente maravilloso. Va a encontrar ayuda recíproca, ajustes continuos, acoplamientos precisos, sentido de equipo… Eso que verá entre ellas es la cooperación del amor.
- Amor propio: lo que llamamos “amor propio” u orgullo es una forma exagerada y distorsionada de intentar compensar la falta de amor hacia sí mismo: Si me descalifico y me reprocho en exceso, esa parte desvalorizada de mí vive en estado de maltrato crónico, como en “carne viva”, muy hipersensible. Por lo tanto no tiene resto para absorber las frustraciones cotidianas y demanda un trato externo que compense ese déficit interior. Si en esas condiciones alguien me dice por ejemplo que algo de mí no le gusta, entonces “desborda la copa”, me siento muy herido, me ofendo, me tenso y me cierro. A esa actitud es a la que llamamos orgullo.
- Es cierto que existen algunas situaciones en las que el deseo de algo encuentra un obstáculo al que efectivamente debe eliminar. En la vida humana el contexto para ese tipo de relación se produce cuando hay un bien escaso y dos que pugnan por obtenerlo. El grave problema es que este marco que se da en algunas situaciones acotadas lo hemos extendido al resto y por lo tanto vivimos toda la vida como un combate permanente.
- ‘En el mismo momento en que comienzo a desear, comienzo a exponerme a la frustración. No puedo asegurarle a mi deseo la garantía de su logro, lo más que puedo asegurarle es mi mejor intento posible’.