Gustavo-Adolfo-Becquer

Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, fue un poeta y narrador español, perteneciente al movimiento del Romanticismo. Por ser un romántico tardío, ha sido asociado igualmente con el movimiento posromántico. Aunque en vida ya alcanzó cierta fama, solo después de su muerte y tras la publicación del conjunto de sus escritos alcanzó el prestigio que hoy se le reconoce.

Su obra más célebre son las Rimas y Leyendas.

SELECCIÓN DE FRASES:

‘Mi existencia, reducida al momento presente, flota en el océano de las cosas creadas como uno de esos átomos luminosos que nadan en el rayo del sol’.

‘El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada’.

‘El amor es un caos de luz y de tinieblas; la mujer, una amalgama de perjurios y ternura; el hombre, un abismo de grandeza y pequeñez; la vida, en fin, puede compararse a una larga cadena con eslabones de hierro y de oro’.

‘El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicable; todo en él es ilógico, todo en él es vaguedad y absurdo’.

‘En el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y dé vuelo desusado a mi fantasía como la luz apacible y desmayada de la luna’.

‘El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo’.

‘El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo’.

‘Asomaba a sus ojos una lágrima, y a mi labio una frase de perdón, habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino, ella por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: ¿por qué callé aquél día? Y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?’.

‘La mujer hermosa, cuando pule el acero y contempla su imagen, se deleita en sí misma; pero al cabo busca otros ojos donde fijar los suyos, y si no los encuentra, se aburre.’

‘La soledad es el imperio de la conciencia’.

‘La soledad es muy hermosa… cuando se tiene alguien a quien decírselo’.

‘Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar, dime mujer, cuando el amor se olvida, ¿sabes tú a donde va?’.

‘Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía’.

‘Mi cerebro es el caos, mis ojos la destrucción, mi esencia la nada’.

‘Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso… ¡Yo no sé que te diera por un beso!’.

‘El amor es un rayo de luna’.

‘Cantigas…, mujeres…, glorias…, felicidad…, mentiras todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?, ¿para qué? Para encontrar un rayo de luna’.

¿Qué Es Poesía?

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

En mi pupila tu pupila azul.

¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía eres tú.

Amor eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal. ¡todo sucederá!

Podrá la muerte

Cubrirme con su fúnebre crespón;

Pero jamás en mí podrá apagarse

La llama de tu amor.

RIMA LXI

‘Melodía. Es muy triste morir joven y no contar con una sola lágrima de mujer’

Al ver mis horas de fiebre

e insomnio lentas pasar,

a la orilla de mi lecho,

¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano

tienda, próximo a expirar,

buscando una mano amiga,

¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidríe

de mis ojos el cristal,

mis párpados aún abiertos,

¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene

(si suena en mi funeral)

una oración, al oírla,

¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos

oprima la tierra ya,

sobre la olvidada fosa,

¿quién vendrá a llorar?

¿Quién en fin, al otro día,

cuando el sol vuelva a brillar,

de que pasé por el mundo

quién se acordará?

RIMA LIII

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán.

Pero aquellas que el  vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres…

¡esas… no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde aún más hermosas

sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer como lágrimas del día…

¡esas… no volverán!

Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;

tu corazón de su profundo sueño

tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido…; desengáñate,

¡así… no te querrán!