Escuchar es aprender; pero si acumulo lo que aprendo, entonces el aprendizaje se vuelve imposible. Lo que aprendo queda entonces contaminado por lo que he acumulado, y por lo tanto ya no es aprender. En el proceso de la acumulación el escuchar se vuelve fatigoso, excesivo, y como cualquier otro estimulante, pronto embota la mente; sabéis ya lo que se va decir, ya se ha dicho, y llegáis al fin de la frase antes de que yo la termine. Eso no es escuchar (19).
Si acumuláis conocimiento y escucháis desde esa acumulación, desde vuestro trasfondo de conocimiento, entonces no estaréis escuchando. Sólo cuando lo hagáis aprenderéis. Aprenderéis sobre vosotros mismos y por ello tenéis que escuchar con cuidado, con extraordinaria atención (38).
Si uno está escuchando muy atentamente, el factor importante es que no tenga sus propias ideas preconcebidas, sus prejuicios, opiniones o conclusiones. Uno escucha completamente, y éste es un acto de aprender. G. Narayan (17).
Hay un arte en el escuchar. Casi todos estamos habituados a traducir lo que se dice o a interpretarlo conforme a nuestro condicionamiento, a nuestro trasfondo, a nuestra tradición, etc. ¿No es posible escuchar lo que se dice, igual que si estuviéramos escuchando música, una canción? Cuando ustedes escuchan música, ¿la están interpretando? Escuchan el silencio entre dos notas; están atentos y, no obstante, suficientemente relajados, suficientemente concentrados como para seguir el rápido movimiento de la música (15).
El arte de escuchar es extremadamente arduo, porque consiste en estar interesado y prestar atención plena (16).
Existe un arte de escuchar. Escuchad para descubrir si lo que se dice tiene significación, y, después de escuchar, juzgad, aceptad o rechazad; pero antes que nada, escuchad. La dificultad, para la mayoría de nosotros, está en que no escuchamos. Venimos predispuestos a ser antagonistas o amigos, no a escuchar neutralmente (50).
Creo que la mayoría de las personas han perdido el arte de escuchar. Vienen aquí con sus problemas particulares y piensan que escuchándome hablar resolverán sus problemas. Me temo que no ocurrirá tal cosa; pero si saben cómo escuchar, comenzarán a comprender lo total y sus mentes no estarán enredadas en lo particular (23).
El arte de escuchar requiere una calidad de atención en la que existe el verdadero escuchar, un sentido genuino de discernimiento a medida que avanzamos, segundo a segundo, no al final sino desde el comienzo mismo (58).
El arte de escuchar es el arte de liberarse (42).
¿Qué es el arte de escuchar, qué significa escuchar con el corazón? Si usted no escucha con el corazón, ello no tiene sentido. Si escucha con un sentimiento de solicitud, atención, afecto, si hay un profundo sentimiento de comunión entre uno y otro, ello significa que usted escucha con todos sus sentidos (75).
Existe un arte de oír, de escuchar. Y hay un arte de ver, ver las cosas como son. Cuando miran un árbol, ¿traducen eso inmediatamente en palabras y dicen ‘árbol’? ¿O lo miran, lo perciben, ven su forma, ven la belleza de la luz sobre una hoja, ven la calidad de ese árbol? Existe, pues, un arte de ver las cosas como son, sin nombrarlas, sin quedarnos atrapados en la red de las palabras, sin toda la operación del pensar interfiriendo con la percepción. Ése es un gran arte (71).
Escuchar al propio pensamiento, o al mirlo posado en una rama, o escuchar lo que se está diciendo sin que haya una sola respuesta del pensamiento, da origen a una significación por completo diferente de la que produce el movimiento del pensar. Éste es el arte de escuchar, de escuchar con atención total. Entonces no existe un centro que esté escuchando (22).