Los trastornos de ansiedad son el grupo más común de las enfermedades psiquiátricas que afectan a niños y adolescentes. Se estima que en España aproximadamente un 4% de la población infantil padece ansiedad, pero lo más preocupante es que la mayoría de los niños o jóvenes que padecen este tipo de trastornos no reciben tratamiento alguno, y no controlarlo a tiempo significa que puede perdurar hasta los 18 años o más.
En esta franja de edad existen tres tipos de ansiedad; por separación, por fobia social y trastorno de ansiedad generalizada. Además, en los niños y jóvenes, estos tres tipos de ansiedad pueden manifestarse conjuntamente, lo que llega a provocar un sentimiento de angustia fuerte, reduce su calidad de vida e interfiere en su proceso de aprendizaje y desarrollo social. Por poner un ejemplo, el absentismo escolar está presente en un 75% de los chicos con trastorno de ansiedad por separación.
Dicen los expertos que una infancia con trastornos de ansiedad puede significar una vida adulta con trastornos psiquiátricos.
El perfil de un niño que padece ansiedad, es el de un niño que ha crecido con una sobreprotección excesiva por parte de los padres, lo que le dota de gran inseguridad en sí mismo y en todo lo que le rodea. Estos niños siempre tienen cerca a los padres, que son los que les han solucionado todo en la vida y no han sabido fomentar en ellos la independencia característica de cada edad. Estos padres suelen trasmitir a sus hijos modelos de miedos: ‘no te subas al tobogán, que te vas a caer’, ‘no te montes en los columpios por si te das en la cabeza’… Los niños aprenden a no moverse solos y sufren de un sentimiento de indefensión absoluta’.
La ansiedad en los niños, si no se trata a tiempo, conlleva especialmente dos cosas: inseguridad y tendencia a evitar ciertos estímulos que son los que les dan miedo. Si esos miedos van a más se pueden convertir en fobias entre las cuales cabe destacar la fobia social.
Para darnos cuenta de si existe o no ansiedad tenemos que identificar si la respuesta de un niño ante algo es normal o exagerada, y si es exagerada, poquito o poco los padres deberán ir enfrentando al niño a eso que tanto miedo le da, descartando la evitación. Otras manifestaciones de la ansiedad infantil son los llantos, vómitos, rabietas, hiperventilación y otras reacciones con respuestas psicosomáticas como me duele mucho aquí, y aquí, y aquí…, con tal de que los padres no hagan aquello que les provoca ese miedo. También es normal observar en ellos pérdida de apetito, eccemas en la piel, caída de pelo y pestañas, sin olvidar las tan temidas pesadillas nocturnas, cuyo contenido suele ser siempre el mismo. Sensación de pérdida, de abandono o soledad.
La fobia social: su edad de aparición es en torno a los 10-12 años y llega a causar graves conflictos de adaptación social y de relación con los demás, así como problemas en el proceso de aprendizaje del niño y desarrollo académico. Estos niños mantienen un retraimiento excesivo ante el contacto con personas extrañas, mientras que se muestran muy cariñosos con familiares y conocidos de siempre; son excesivamente tímidos, rehúsan participar en juegos o actividades de equipo y se mantienen en una posición de segunda línea en las actividades sociales. El miedo que sienten ante el hecho de ser observados o criticados por los demás les paraliza y pueden llegar a sentirse humillados sin motivo alguno. Todo puede derivar en crisis de angustia: llantos, berrinches, tensión muscular, rubor, retraimiento, dolores abdominales, cefaleas, náuseas, vómitos, y dificultad ocasional para conciliar el sueño.
Trastorno de ansiedad generalizada: su inicio ronda la edad de los 6-8 años. Según estudios recientes, estos trastornos son más frecuentes en niños con familiares adultos que padecen el mismo tipo de patología. Estos niños también presentan problemas en su proceso de aprendizaje, en sus relaciones sociales y en su autoestima con cuadros de preocupación obsesiva y excesiva, en especial en relación con la calidad de lo que están haciendo en ese momento o con el rendimiento escolar. Son niños que pueden llegar a sentir una presión desproporcionada ante las notas del colegio, ante una baja estima por parte de los demás o ante la posibilidad de que se les considera incompetentes. Sus manifestaciones más frecuentes son la inquietud y una disposición excesiva del niño a agradar a los demás. Son niños con dificultad para concentrarse, se irritan con facilidad y dan respuestas ansiosas y exageradas.
CONSEJOS PRÁCTICOS:
- En caso de sospechar que un niño pueda padecer algún tipo de ansiedad, lo más recomendable es buscar un profesional que asesore a los padres o educadores y les dé pautas concretas para enseñar a sus hijos a enfrentarse a sus propios miedos.
- No fomentar en ningún caso la sobreprotección de los niños y no seguir el juego de los niños, que en la mayoría de los casos suele consistir en chantajes emocionales.
- No es malo dejar que los niños desde pequeños se enfrenten solos a sus miedos más absurdos, siempre con un control. Puede ser positivo enseñarles a quedarse solos en su cuarto durante un rato, no tener miedo a la oscuridad o al lobo de los cuentos.
- Siempre es aconsejable ofrecer al niño una gama de experiencias que le ayudarán posteriormente en su vida adulta, como dejarles dormir alguna noche en casa de algún amigo o permitirles ir a las excursiones del colegio.
- Los padres deben trasmitir a sus hijos sentimientos de seguridad, confianza y autoestima en sus acciones.
- Y lo más importante: hay que fomentar desde pequeños la autonomía de los niños.