MeditaciónLa meditación aumenta la concentración y la atención según investigadores de la Universidad de Harvard, que captaron imágenes por resonancia magnética de los cerebros de 20 personas que meditan y de 15 que no lo hacen habitualmente. Encontraron que las áreas del cerebro asociadas a la concentración y a la atención sensoriales eran más gruesas entre los meditadores. En los meditadores de más edad, la región de la corteza asociada a la integración emocional y al proceso cognoscitivo también era más gruesa.

Nos pasamos la vida recordando lo que sucedió ayer (lo que nos dijo nuestro jefe, lo que hicimos con nuestra pareja…) o anticipando lo que pasará mañana (adónde iremos de vacaciones, cómo nos vestiremos, cuándo lograremos ser felices…).  Sólo haciéndonos conscientes de este vaivén de la mente seremos capaces de situarnos en el presente, es decir, de relajarnos. Mediante la meditación logramos que nuestro pensamiento se serene, dejando de encadenar un pensamiento tras otro y de correr del pasado al futuro.

Meditar es algo más que sentarse inmóvil y en silencio durante horas. Se trata de aumentar nuestra atención en la vida, es decir, de ‘darnos cuenta’ de lo que sucede a nuestro alrededor.

Escucha cada sonido que en este momento llegue hasta ti sin indagar de dónde viene o por qué, y sin juzgar si te gusta o no. Sólo sintiendo, sin ponerte etiquetas. Se trata de que la escucha te sitúe en el instante presente, en el ‘no pensamiento’, en el aquí y ahora.

Después, puedes hacer lo mismo con la vista, por ejemplo, deteniéndote a mirar un cuadro o una fotografía que te guste, una puesta de sol, o los pétalos que forman una flor.  Cuando uno es capaz de quedarse quieto en la sensación, en el ser, sin juzgar lo que está viendo, sin pretender cambarlo, ya está meditando.

Meditar es darnos cuenta, una y otra vez, de que nos hemos enganchado a una cadena de pensamientos… en realidad, el entrenamiento en meditación se basa en soltar el pensamiento y volver a la consciencia del ahora, soltar y volver, soltar y volver…para permanecer, cada vez el mayor tiempo posible, en la presencia, en el ser, en ese espacio de silencio interior en el que uno logra el verdadero descanso, tanto para el cuerpo como para la mente.

Contemplar no es algo etéreo, sino que tiene un objetivo práctico: darnos cuenta de los mecanismos generadores de sufrimiento, hacernos conscientes de cuál es el programa mental que nos provoca dolor y miedo, para, una vez conocido, poder transformarlo.

Tanto nuestros miedos como nuestros deseos son productos de ese incesante movimiento de la mente. El miedo nace de una rápida mirada a nuestra memoria de dolor y a continuación de otra mirada hacia delante y su consiguiente rechazo visceral con un ‘que no se repita, por favor’. El deseo se basa en el mismo juego de miradas internas pero hacia registros de placer, que provocan un ‘que se repita, por favor’.  Y nos quedamos atrapados en este juego mental de sí y no.

Nuestro cerebro crea miles de pensamientos cada día. La mayoría son reactivos y sólo sirven para agotarnos, confundirnos y hacernos dar vueltas a las mismas historias una y otra vez, recordando hechos pasados o inventando un posible futuro. ¿Cómo lograr detener esta centrifugadora mental y descansar en el presente? Aprendiendo a meditar. Esto es, sentándonos a observar el tráfico de pensamientos de nuestra cabeza sin identificarnos con ninguno de ellos y, muy importante, sin juzgar si son buenos o malos. El objetivo es convertirnos en meros espectadores de nuestra mente. Se recomienda empezar con diez minutos diarios e ir aumentado poco a poco. Cuando meditamos de forma habitual, poco a poco nos vamos haciendo conscientes de qué situaciones desencadenan nuestro malestar. Vemos que casi siempre hay un pensamiento tóxico, y que tras él se esconde una creencia.

¿CUANDO ESTOY RELAJADO?:

Estado de reposo:-La   respiración es ligeramente irregular y forzada. Suspiros.-Pulso más   elevado que en la relajación, al igual que la temperatura y la tensión   sanguínea.-Ligeros   movimientos; arrugas en la frente; fruncimiento del ceño; guiños rápidos; contracción   de párpados,  nuca o dedos.

-Persiste el   reflejo rotular -de la rodilla- y hay sobresaltos ante ruidos inesperados.

-Los espasmos   de colon o del esófago (si existen) se siguen manteniendo.

-La actividad   mental, la inquietud y las sensaciones de opresión continúan

-La ansiedad y   el nerviosismo continúan manifestándose tras el descanso.

 

Estado de Relajación:-La   respiración se hace más regular, lenta y suave.-El pulso se   estabiliza. La temperatura y la  tensión   sanguínea bajan.-Los   movimientos, arrugas, fruncimientos, guiños y   contracciones se atenúan y desaparecen a  medida que se practica la técnica.

-El reflejo de   la rodilla y los sobresaltos nerviosos   disminuyen o desaparecen.

-Los espasmos   decrecen, el esófago se distiende.

-La actividad   mental y emocional desaparecen   (temporalmente) con la práctica

-La ansiedad y   la perturbación nerviosa progresivamente   disminuyen o desaparecen.

 

GUÍA PARA MEDITAR:

  • Permitir que las cosas sucedan y ser capaz de observarlas con ecuanimidad.  La inmovilidad es una valiosa ayuda para lograr tal observación ecuánime.
  • En un principio, se desarrolla la atención para hacerla unidireccional y ser capaz de mantenerla en el tiempo. Una vez que la atención se mantiene en el tiempo, se torna en concentración. Finalmente, fruto de la atención y concentración, sobreviene la meditación.
  • Al meditar nos limitaremos a observar los diferentes movimientos que se producen en el campo de la mente consciente.
  • La meditación es la expansión y ampliación de la consciencia. Te haces consciente de ti mismo, al tiempo que lo eres de la realidad que te rodea.
  • La práctica de la meditación implica un estar presente, alerta, despierto…