Supongamos que algunos de ustedes se interesan en la educación; han escuchado lo que he estado diciendo, y supongamos que fundan una escuela o que enseñan en una escuela. Ante todo, averigüen si están meramente interesados en mejorar las condiciones educativas o si les interesa sembrar la semilla de la verdadera comprensión, despertar a las personas al vivir creativo; descubran si están meramente interesados en mostrarles una salida para las dificultades, en darles consuelo, panaceas, o si están realmente ávidos de despertarles a una comprensión de sus propias limitaciones, de modo que ellas mismas puedan destruir las barreras que ahora las detienen (12).
Un hombre que no está libre de la autoridad, del ansia de posición, no puede guiar ni enseñar a otro (14).
La educación moderna enseña al niño qué debe pensar, y no cómo pensar. Es indudable que sólo cuando uno tiene la capacidad de pensar inteligentemente, está en condiciones de afrontar la vida. No podemos hacer que la vida se amolde a un sistema o que encaje en una estructura, y la mentalidad que ha sido educada únicamente en el conocimiento factual, es incapaz de enfrentarse a la vida en toda su variedad, en sus complejidades, sus sutilezas, sus profundidades y sus grandes alturas. Así, pues, cuando nuestros niños son educados en un sistema particular de pensamiento, de acuerdo con cierta disciplina, son incapaces de enfrentarse a la vida como una totalidad, porque se les ha enseñado a pensar en compartimentos; no están integrados. Para el educador que se interesa en esto, el problema es cómo dar origen a un individuo integrado. Obviamente, para ello el educador mismo también debe estar integrado. No podemos educar a un niño para que sea un individuo integrado, si no comprendemos la integración en nosotros mismos. Es decir, lo que somos internamente es mucho más importante que la cuestión tradicional de qué enseñarle al niño. Lo esencial no es qué piensa uno, sino cómo piensan, si el pensamiento es tan sólo un proceso fragmentado o es un proceso completo, total. El pensamiento como proceso integrado puede comprenderse sólo cuando hay conocimiento propio (16).
Todo el cometido de la educación consiste en despertar al individuo (50).
Siento intensamente que los estudiantes deben cambiar psicológicamente de manera radical. Ésa es mi preocupación principal, nada más, excepto que tienen que estudiar, etc. Pero mi interés primordial, mi compromiso, mi pasión es que cuando se vayan de aquí sean seres humanos totalmente diferentes. Éste es mi principal interés (73).
Encarar lo real, el presente y el temor, es la más alta función del educador (52).
Nos han educado no para un observar puro y simple, sino para convertir lo que observamos en una idea, una abstracción; y con esa abstracción miramos el hecho (24).
Vivir una vida sin esforzarse, sin amoldarse, sin reprimir, sin resistir, sin seguir a la multitud -yendo a fiestas sociales, todo el embotador proceso de la existencia moderna- ésa es la verdadera educación (45).
Enseñar no es simplemente impartir información, sino cultivar una mente indagadora (68).
R. Weber: como usted sabe, estoy en la universidad y la enseñanza es toda mi vida. Por lo tanto, esperaba que pudiéramos hablar acerca de la educación. La cuestión dominante que tengo para plantear es ésta: una forma de considerar este campo del aprendizaje es llamarlo educación, que se deriva del latín educare, ‘educir, hacer salir, extraer’.
K: extraer, educare, lo sé.
R. Weber: ese es un modelo para considerar el proceso. El otro es el de ‘enseñanza’, transmisión, y eso es introducir algo dentro del estudiante.
K: extraer e introducir. ¿Qué es lo que usted extrae? ¿Y qué es lo que introduce? Algo que saca de una persona y algo que pone dentro de la persona (17).
La educación propia es el principio de la sabiduría (69).
¡Los padres son los más peligrosos seres humanos! Destruyen a sus hijos porque a ellos les falta educación (60).
Este es el reto y la singularidad del trabajo educativo de Krishnamurti: que la educación es un interrogante y no una respuesta. Mark Lee (17).
Si usted me dice algo duro, sus palabras me ofenden; pero si no doy importancia a esa ofensa, ella no se convierte en el trasfondo desde el cual actúo; por lo tanto, cuando me encuentro con usted puedo hacerlo de un modo nuevo. Eso es la verdadera educación, en el sentido profundo de la palabra. Porque, entonces, si bien veo los efectos condicionadores de la experiencia, la mente no se condiciona (42).
Los padres y la sociedad condicionan al niño por sugestión, por sutiles y no expresados deseos y compulsiones, y por la constante reiteración de ciertos dogmas y creencias. Educación es ayudar al niño a darse cuenta de esas influencias, con su íntima significación psicológica, ayudarle a comprender los caminos de la autoridad y a no caer en la red de la sociedad. La educación no es simplemente cuestión de impartir una técnica que equipe al muchacho para lograr un empleo, sino que es ayudarle a descubrir qué es lo que le gusta hacer. Este gusto no puede existir si está buscando éxito, fama o poder; y ayudar al niño a comprender esto, es educación. El autoconocimiento es educación. En la educación no existe el que enseña ni el enseñado, sólo existe el aprender. El educador está aprendiendo, como lo está el estudiante. La libertad no tiene principio ni fin; comprender esto, es educación (53).