Despertar la inteligencia es descubrir, por medio de la duda y el cuestionamiento, el verdadero significado de los valores que hemos adquirido, de las tradiciones, ya sean religiosas, sociales o económicas, que hemos heredado o que hemos elaborado conscientemente. En tal cuestionamiento, si es vital y verdadero, está el inteligente descubrimiento de las necesidades; esta inteligencia es garantía de felicidad (13).
Hay un solo modo de encontrar la inteligente felicidad y es mediante nuestra propia percepción, nuestro propio discernimiento [comprensión de la realidad]; y únicamente por medio de la acción podemos disolver los numerosos obstáculos que impiden la plenitud de realización (13).
Si cada uno de nosotros estuviese libre de temor, si no anhelara en absoluto seguridad en ninguna forma, ya sea aquí o en el más allá, entonces, en este estado exento de temor, la inteligencia podría funcionar y generar orden y felicidad (14).
Hay felicidad cuando comprendemos el proceso que implica ‘llegar a ser’ [que incluye tiempo, deseo] felices, que es lo que cada uno de nosotros trata de hacer: llegar a ser feliz. Intentamos llegar a ser inteligentes, felices, virtuosos. Si podemos comprender el ser y el ‘llegar a ser’, que son dos estados diferentes, entonces tal vez percibamos qué es la felicidad (15).