Habiendo establecido una consecuencia con un patrón de conducta, se disciplina de acuerdo con eso recordándolo constantemente, y esto es lo que llama disciplina, prácticas ocultas. Yo digo que tal autodisciplina, tales prácticas, este continuo ajuste o no ajuste a un patrón, a una norma, no libera la mente. Lo que la libera es el afrontar la vida plenamente, estar totalmente alerta, lo cual no exige práctica alguna. Usted no puede decirse a sí mismo: ‘debo estar alerta, debo estar alerta’. La percepción alerta adviene en la intensidad completa de la acción. Cuando uno sufre mucho, cuando disfruta mucho, en esos momentos se enfrenta a la vida con percepción alerta total y no con una conciencia dividida [entre el sujeto que ejecuta la experiencia –el Yo- y la experiencia]; entonces responde a las cosas completamente, y en esto hay libertad (12).
La mente dice: ‘debo disciplinarme para alcanzar un resultado’. Pero esa disciplina no trae libertad. Trae un resultado porque usted tiene un motivo, una causa que produce un resultado, pero ese resultado nunca es libertad, es sólo una reacción. De modo que mi mente tiene una cualidad que no es la de una mente disciplinada en busca de un resultado, ni la de una mente indisciplinada que divaga sin rumbo; pero ha comprendido, negativamente, tanto lo que es como lo que debería ser, y, por lo tanto, puede percibir, puede comprender esa libertad que no es con relación a algo, esa libertad que no es un resultado (25).
La idea, el concepto, la norma, la opinión, el juicio, o cualquier disciplina formulada, impiden la libertad de la mente. Y esta libertad trae su propia disciplina, no la disciplina de la adaptación, de la represión o el ajuste, sino una disciplina que no es resultado del pensamiento, de un motivo (47).
El problema de la disciplina es realmente muy complejo, porque la mayoría de nosotros piensa que mediante alguna forma de disciplina tendremos finalmente la libertad. Los mayores dicen que nosotros debemos ser disciplinados. Pero lo importante es estar libres para pensar, para inquirir, de modo que podamos empezar a descubrir por nosotros mismos (79).
Una mente que se disciplina, se está ajustando a una norma, imita, restringe su propia actividad para ser o llegar a ser algo; como un soldado que hace instrucción, obedece de modo implícito, inmediato, y, por consiguiente, no hay libertad. Además, la disciplina implica temor. Mirad, si seguís todo esto con muchísimo cuidado, si realmente lo observáis, veréis que cuando se está libre de temor, esta libertad trae su propia disciplina, que no es mera conformidad y que no tiene nada que ver con la disciplina de la imposición, de la sumisión, de la imitación (47).
Para casi todos nosotros la disciplina es algo viviente, ella tiene su propia belleza, su propia libertad. Y esta disciplina adviene naturalmente cuando ustedes saben cómo mirar un árbol, cómo mirar el rostro de la esposa, del marido, cuando pueden ver la belleza de un árbol o de una puesta de sol (72).
La libertad y la disciplina van juntas (no es que uno deba ser disciplinado para luego ser libre). Usamos la palabra ‘disciplina’ no en el aceptado sentido tradicional que implica conformar, imitar, reprimir según un patrón determinado, sino más bien con el significado de la raíz de la palabra, que es ‘aprender’. El aprender y la libertad van juntos, y la libertad genera su propia disciplina; no una disciplina impuesta por la mente para obtener cierto resultado (61).
Hay un ‘cómo’, siendo el ‘cómo’ el método, un sistema, y si lo practicamos a fin de producir una mutación, nuestra mente es sólo una esclava de ese sistema, es moldeada por ese sistema, por ese método, por esa práctica; en consecuencia, jamás puede ser libre. Es como decir: ‘me disciplinaré a fin de ser libre’. La libertad y la disciplina no marchan juntas, lo cual no implica que hayamos de volvernos indisciplinados. El acto mismo de ‘buscar la libertad’ trae su propia disciplina. Pero la mente que se ha disciplinado a base de un sistema, de una fórmula, de una creencia, de ideas, una mente así jamás puede ser libre. Uno ha de ver que cualquier sistema, por bien desarrollado que esté, destruye real y profundamente la libertad, pone fin a la creación, porque el sistema implica ganar, lograr, llegar a alguna parte, implica una recompensa y, por lo tanto, es la negación misma de la libertad (21).
Cuando a ustedes se les dice lo que deben hacer, lo que deben pensar, cuando les ordenan obedecer, seguir, sus mentes se embotan, pierden su iniciativa, su rapidez. Esta imposición externa, ajena, de la disciplina, vuelve estúpida la mente, hace que ustedes se amolden, que imiten. Pero si se disciplinan a sí mismos mediante la observación, escuchando, siendo considerados, muy reflexivos entonces, gracias a ese cuidado, a ese escuchar, a esa consideración por los demás, surge el orden. Donde hay orden, siempre hay libertad. Estudiante: ¿usted quiere decir que para que seamos libres no debería haber disciplina? Krishnamurti: la disciplina quiere decir sometimiento, imitación, obediencia; significa hacer lo que a uno le ordenan. Pero si tú quieres ser libre -y los seres humanos deben ser completamente libres, de lo contrario no pueden florecer [desarrollarse], no pueden ser verdaderos seres humanos-, tienes que descubrir por ti mismo qué implica ser ordenado, ser puntual, amable, generoso, y no sentir temor. El descubrimiento de todo eso es disciplina. Esto es lo que produce orden. Para descubrir, tienes que examinar, y para examinar debes tener libertad (21).
Cuando la mente sigue un determinado sistema o disciplina, por beneficioso y productivo que sea un resultado deseado, se halla condicionada por ese sistema, lo cual es evidente; por lo tanto, jamás podrá estar libre para descubrir qué es lo real (19).
Una mente disciplinada jamás es libre, ni podrá serlo nunca aquella que ha reprimido el deseo. Sólo comprendiendo el proceso integral del deseo puede la mente ser libre. La disciplina siempre limita la mente a un movimiento dentro del marco de un sistema particular de pensamiento o creencia. Y una mente así nunca está en libertad para ser inteligente (68).
Una mente que esté disciplinada, bajo control, es libre dentro de su propio molde; pero eso no es libertad. El fin de la disciplina es la conformidad; su sendero lleva a lo conocido, y lo conocido nunca es lo libre (53).