Si os aferráis a vuestra opinión, a vuestro dogma, experiencia, conocimiento, y yo a los míos, entonces no puede haber verdadero diálogo, porque ninguno de nosotros es libre para inquirir. Dialogar no es compartir mutuamente nuestras experiencias. No se comparte nada, sólo existe la belleza de la verdad, que ni usted ni yo podemos poseer (38).
Un diálogo no es simplemente una conversación entre dos personas, sino un preguntar y un responder, donde la respuesta misma provoca un nuevo interrogante y así sucesivamente (24).
Hay en el discurso religioso de la India, una antigua tradición que acentúa lo decisivo del diálogo y la duda para el descubrimiento de la verdad. Pero Krishnaji negaba la jerarquía inherente en un diálogo entre gurú y discípulo. No había anclas. Ni el gurú ni el libro ni la tradición podían dar respuestas a los interrogantes de la vida, ni podían liberar de su esclavitud la mente humana. El buscador, el interrogador tenía que aceptar la total responsabilidad (24).
Por lo general dar una conferencia significa impartir o explicar cierta materia para que usted se instruya, aprenda. Ésta no es una conferencia. Aquí estamos manteniendo una conversación juntos, como dos amigos que tal vez caminan por un sendero tranquilo, lleno de árboles y de la belleza de las flores, del canto de muchos pájaros, amigos que se sientan en un banco poco frecuentado, solitario y que sostienen un diálogo porque nos preocupa, a usted y al que habla, no algo más allá, romántico y fantástico, sino nuestra vida diaria. Porque si no aclaramos nuestras propias vidas, si no las hacemos imperturbables, ni caóticas, hagamos lo que hagamos no tendrán sentido alguno (25).
Tradición y Revolución fue el primer libro importante de diálogos de Krishnamurti. Había en el libro un reconocimiento de la importancia del diálogo en el despertar de la mente investigadora, y una clara percepción de que no había repuestas para los problemas esenciales de la vida. Sólo existía el despertar de la inteligencia y la constante formulación de preguntas fundamentales (10).
¿Qué es un diálogo? Un diálogo es: usted pregunta y yo contesto; así, usted y yo quedamos olvidados. No existimos. Sólo la pregunta permanece. Y si uno deja la pregunta, ésta florece [incrementa la lucidez mental], tiene vitalidad, suministra una respuesta (10).
Krishnamurti negaba todas las relaciones jerárquicas. Para él, la verdadera comunicación sólo era posible cuando el maestro y el estudiante funcionaban en el mismo nivel, comunicándose mediante la pregunta y la contrapregunta, hasta que en el acto mismo de aprender, el problema era explorado a fondo y la comprensión iluminaba al mismo tiempo la mente del estudiante y la del maestro (10).
Krishnaji había dado al diálogo hondura y dimensión. Mediante el escuchar a gran profundidad, la dualidad llegaba a su fin y se abrían las puertas hacia lo interno de la mente y de la naturaleza. La calidad, la percepción, y los espacios de la mente experimentaban un cambio. Si uno lo observaba, al escuchar un sermón o una lectura, había aceptación o rechazo, hasta un cuestionamiento; el pensar estaba en suspenso, entremezclado con pensamientos erráticos atrapados en el devenir como pasado o futuro. En el diálogo religioso serio, el oído está abierto, la energía se concentra, los sentidos despiertan y operan en simultaneidad, la atención llena la mente. Contenida en la atención, la mente permanece indiferenciada. Desde esta base, todas las respuestas eran posibles. Para participar de lo profundo, tiene que haber un escuchar desde lo profundo. En este estado, el que investiga y el que escucha pierden sus identidades separadas. Yo vacilaba, Krishnaji dijo: ‘hablaremos del tiempo y del diálogo, y lo haremos como dos personas religiosas. Religiosas en el sentido de que están libres de toda tradición, de toda autoridad, de todos los sistemas. En un diálogo así, existen un preguntar y un responder; la respuesta provoca una pregunta ulterior; y de este modo la pregunta se mantiene en permanente movimiento. En un diálogo semejante, hay un estado de escuchar en el cual las dos personas desaparecen y sólo queda la pregunta’. ‘Los diálogos no necesariamente implican dos personas’, dije. ‘Esencialmente, su significado parece ser el de indagar en algo mediante un escuchar y una situación de reto’ (10).