En periodos de estancamiento, en periodos de cómoda estabilidad, a aquello que no es sino la transformación gradual de los valores, le llamamos la lucha entre la generación vieja y la generación nueva. O sea, que en tiempos de paz y tranquilidad, ocurre una transformación gradual de valores, en su mayoría inconsciente, y a este cambio, a este cambio gradual, le llamamos la lucha entre los jóvenes y los viejos. En periodos de revueltas sociales, de grandes conflictos, tienen lugar cambios violentos y crueles de valores, y a eso le llamamos revolución. El rápido cambio de valores que llamamos revolución es violento y despiadado. El cambio lento, gradual de los valores, es la continua batalla que se desarrolla entre la mente cómoda, afirmada, estancada, y las circunstancias que imponen nuevas condiciones a esa mente estancada, como lo es el crear un conjunto de nuevos valores (13).
¿Qué van a hacer los jóvenes: incorporarse al ejército para matar y ser muertos; incorporarse a los grandes negocios y acudir sin cesar, durante los próximos cuarenta años, a una desventurada oficinita? ¿O ingresarán en la iglesia, o en rebeldía, se entregarán a las drogas de acción psíquica? ¿Qué tiene que ofrecer esta sociedad? Por favor, mírelo. Perteneciendo a esta sociedad, a esta cultura, ¿qué tiene usted mismo que ofrecer? Y mire la educación que hemos recibido, el enseñarnos a ser un grupo de monos, o ajustarnos a cierto carril, a ser diente de rueda, a llegar a ser un técnico, experto en calculadoras, capaz de hacer cosas mecánicas. Y somos responsables de todo este caos y desgracia. A esta confusión, a esta desdicha, a este logro personal del que tanto nos enorgullecemos, ya sea en el campo de la literatura, o en ir a la luna, o en el campo de batalla, matando más gente y siendo condecorado por ello. La constante desdicha, perturbación, la ansiedad, la completa desesperanza y desesperación de la vida moderna; a todo este campo le llamamos vivir (20).
No dejarse atrapar por la rutina, en la rueda de la mediocridad, requiere un trabajo arduo, incesante vigilancia; implica no llegar a conclusiones desde las cuales continuar pensando ulteriormente, porque pensar desde una conclusión no es pensar en absoluto. A causa de que la mente parte de una conclusión, de una creencia, de la experiencia, del conocimiento, queda presa en la rutina, en la red del hábito (28).
Enseñen a los jóvenes el arte de escuchar y de aprender y el arte de la observación. Si hacen esto, les habrán enseñado todo (26).
Como el resto de nosotros, como la generación pasada, los jóvenes también quieren seguridad, certeza. Quieren empleos, quieren alimento, vestido y protección y no quieren estar en desacuerdo con sus padres, porque ello significa ir contra la sociedad. Por lo tanto entran en vereda, aceptan la autoridad de las personas mayores. Entonces el descontento, que es la llama misma de la investigación, de la búsqueda, del entendimiento, se vuelve mediocridad y se transforma en mero deseo de mejor empleo, de un rico matrimonio o de un título universitario así se destruye el descontento de los jóvenes, el cual se convierte en un simple deseo de mayor seguridad. Lo esencial para jóvenes y viejos es vivir plenamente, de un modo completo (55).