Prasad: ¿cómo podemos hacer que los jóvenes descubran su verdadera finalidad en esta vida?
Krishnamurti: mientras son muy jóvenes no lo pueden averiguar. Pero fíjese en lo que hacen los padres con sus hijos. Los padres lo que quieren es que sus hijos encuentren un buen trabajo, que se casen y que se establezcan. De este modo toda la sociedad está corrompida. Los hijos se ven en una posición terrible. Están siempre preocupados a causa de su empleo, de su futuro, de su matrimonio y del mal gobierno. Todas estas preocupaciones les absorben. Y así lo único que pueden hacer es seguir el patrón tradicional, atrapados en esa especie de remolino. ¿Cómo pueden hallar la verdadera finalidad de la vida? A su edad, no creo que puedan hallarla. Por ello todo depende de la educación (26).
‘¿Qué significa ser bien educado?’. La educación correcta se realiza por el cultivo de la sensibilidad; y ésta hay que cultivarla, no sólo en ese particular periodo del crecimiento que se llama adolescencia, sino durante toda nuestra vida. Ser sensible es sentir afecto, es darse cuenta de la belleza, de la fealdad. Ser correctamente educado no es sólo haber estudiado historia o física; es también ser sensible a las cosas de la tierra -a los animales, a los árboles, a los arroyos, al cielo y a las otras personas. Pero descuidamos todo eso, o lo estudiamos como parte de un proyecto, algo que hay que aprender o retener para usarlo cuando la ocasión lo requiera. Aunque tengamos esta sensibilidad en la infancia, generalmente ella es destruida por el estrépito de lo que llamamos civilización. El ambiente del niño pronto le fuerza a entrar en un molde de lo respetable, lo convencional. La gentileza, el afecto, el sentimiento de la belleza, la sensibilidad hacia lo feo, todo esto se pierde; pero desde luego que el impulso biológico está aún ahí. ¿No es el cultivo de la sensibilidad tan importante por lo menos como los libros y los grados? Pero rendimos culto al éxito, y descuidamos esta sensibilidad que destruye la persecución del éxito. ‘¿No es necesario en la vida tener éxito?’. Insistir en el éxito engendra insensibilidad, fomenta la crueldad y la actividad egocéntrica. ¿Cómo puede un hombre ambicioso ser sensible para los demás, o para las cosas de la tierra? Están ahí para su realización, para ser utilizadas por él. ‘¿Cómo cultivaríais la sensibilidad de los jóvenes?’. ‘Cultivar’ es una palabra desafortunada, pero como la hemos usado vamos a seguir con ella. La sensibilidad no es algo que haya de practicarse; no es bueno limitarse a decir a los jóvenes que observen la naturaleza, o que lean a los poetas y todo eso. Mas, si vosotras mismas sois sensibles a lo bello y a lo feo, si existe en vosotras un sentimiento de ternura, de amor, ¿no creéis que podríais ayudar a vuestros estudiantes a tener afecto, a ser considerados, etc.? ‘El problema es complejo. ¿Qué puede hacer el individuo?’. Sólo como individuos podemos hacer algo. Siempre ha sido un individuo, acá y allá, el que ha afectado realmente a la sociedad y producido grandes cambios en pensamiento y acción. Para ser en verdad revolucionarios, tenemos que separarnos de las normas de la sociedad, del patrón de la adquisividad, de la envidia, etc. Cualquier reforma dentro del molde causará al fin sólo más confusión y desdicha. La delincuencia no es más que una rebelión dentro del molde, y la función del educador, seguramente, es ayudar a los jóvenes a salir del molde, lo que implica estar libre de adquisitividad y de la búsqueda del poder (67).