Pensamos que mediante la opción avanzaremos, aprenderemos, cambiaremos. Optamos principalmente a causa del deseo. A lo que no nos satisface en la opción, le llamamos no esencial, y a lo que nos satisface le llamamos esencial. Así estamos constantemente atrapados en el conflicto de la opción, de la cual esperamos aprender. La opción, entonces, es meramente la acción de los opuestos; es cálculo entre opuestos y no discernimiento duradero. En las acciones que nacen de la opción no hay discernimiento, porque la opción es cálculo, un recuerdo de acción incompleta. O sea, que ahora, al afrontar una experiencia, lo hacen parcialmente, con un prejuicio religioso, con ideas preconcebidas de diferencias sociales o de clase, y esta mente falseada, cuando se enfrenta a la vida, crea la opción; no genera en ustedes la plenitud de la comprensión. Pero si afrontan la vida con libertad, con apertura, con sencillez, entonces la opción desaparece, porque viven completamente, sin crear el conflicto de los opuestos (12).
Las opciones en la acción crean dualidad, y ésta afirma el proceso individual de la conciencia. Si la mente-corazón opta porque desconoce sus propias exigencias y búsquedas secretas, sus esperanzas y temores, entonces tiene que continuar la creación de limitaciones y frustraciones. De este modo, a causa de la falta de comprensión respecto de nosotros mismos, hay opción, preferencia, la cual genera circunstancias que necesitan una ulterior serie de opciones. Y así la mente-corazón queda atrapada una y otra vez en su propio y autocreado círculo de limitación (14).
El proceso de la opción consiste en un deseo que vence a otro deseo, una ilusión que disipa a otra, un conjunto de valores que se sustituye a sí mismo por otro. Esta dualidad en la conciencia perpetúa el conflicto y el dolor, y el conflicto es la falta de una acción integral (14).
Dondequiera que la mente opte, su opción debe basarse en el prejuicio autodefensivo, y como lo que deseamos es no sufrir, nuestros actos se basan en el miedo (14).
La opción es evaluación, y la evaluación fortalece la memoria que se autoidentifica. Si queremos comprender en profundidad, tiene que haber una percepción alerta pasiva y sin opciones, la cual permite que la experiencia se abra y revele su propio significado (15).
El optar es siempre un proceso evasivo con respecto a la acción. Las opciones no darán origen a la integración; sólo lo hará el recto pensar (15).
Si usted dice: ‘prefiero este pensamiento a aquél’, entonces surge la opción; pero ¿por qué prefiere usted? Y ¿qué es lo que en usted prefiere? Señores, esto no es muy complicado, no son palabras grandes o metafísicas; sólo mírenlo y verán la dificultad. Antes de que podamos resolver la dificultad, primero tenemos que verla (16).
D: según la posición yoga, la naturaleza es un río que fluye. En ese fluir aparece el organismo humano. Tan pronto como aparece, también posee la capacidad de elegir, y en el momento que elige se separa de la corriente del río. Es éste un proceso de separación de la corriente, y la única cosa que produce esto es la opción. Por lo tanto -dicen ellos-, el disolverse de la opción puede llevarle a uno al vacío total, y en ese vacío uno ve. Krishnamurti: correcto señor, ése es un punto (70).
La opción siempre está engendrando desdicha. Si uno la observa, la verá acechando, exigiendo, insistiendo y suplicando, y antes de saber uno dónde está, se halla aprisionado en su red de dudas, responsabilidades y desesperaciones de las que no es posible escapar. Basta observarlo para darse cuenta del hecho. Darse cuenta del hecho; uno no puede cambiar el hecho. Podría ocultarlo, escapar de él, pero no puede cambiarlo. Está ahí. Si lo dejamos solo, si no interferimos con nuestras opiniones y esperanzas, temores y desesperación, con nuestros juicios astutos y calculados, el hecho florecerá y revelará todas sus intrincaciones, sus sutiles modos de actuar -y los hay en cantidad-, su aparente importancia y ética, sus motivos ocultos, sus caprichos. Si dejamos solo al hecho, él nos mostrará todo esto y mucho más. Pero es preciso estar lúcidamente atento a ello, sin opción [que emana del pensamiento] alguna, avanzando paso a paso. Entonces veremos que la opción, habiendo florecido muere, y que hay libertad. No que uno está libre, sino que hay libertad. Uno mismo es el que produce la opción, y uno ha cesado de producirla. No hay nada por lo que optar, nada que escoger. En este estado sin opción, florece la madura soledad interna. Su muerte es un no terminar jamás. Ello está siempre floreciendo y es siempre nuevo. Morir para lo conocido es estar internamente solo. Toda opción se halla dentro del campo de lo conocido. La acción en este campo siempre engendra dolor. La terminación del dolor está en la madura y lúcida soledad interior [de una mente no condicionada, lo que llama ‘aloneness’] (48).
En la opción no hay libertad. Uno opta, elige de acuerdo con el ambiente en el que se ha criado, de acuerdo con su condicionamiento social, económico y religioso [su pasado, su historia, su circunstancia]. La opción inevitablemente fortalece este condicionamiento, del cual no es posible escapar. El escapar sólo engendra más sufrimiento (48).
Interlocutor: encuentro que he dejado atrás todas las formas de preferencia. Ya no tengo agrados ni desagrados. ¿Es esto sorprendente? Krishnamurti: de ningún modo, señor. Pero ¿no hay allí un gran peligro -no digo esto con respecto a usted personalmente-, de retirarse de la vida y, por consiguiente, volverse completamente insensible? La mayoría de nosotros queremos ser sensibles para lo bello: para la música atractiva, los hermosos cuadros, pero no queremos ser sensibles para lo feo, lo ruidoso, lo sucio, las cosas inmundas en las calles. Para ser sensibles en una dirección, tenéis que serlo en ambas. No hay verdadera sensibilidad si sois sensibles en una dirección e insensibles con respecto a la otra. Si uno está embotado con respecto a cualquier cosa en la vida, no será enteramente sensible, y me parece que hay peligro de esto cuando se dice: ‘ya no tengo preferencias, soy bastante indiferente a lo que está pasando’ (47).
Krishnamurti señaló que la opción es una función del ‘yo’ como algo separado del mundo [dualidad que genera confusión], y que en el carácter inmediato de la acción está el contacto directo del organismo, en la totalidad de su esencia, con la necesidad del momento. David Shainberg M. D. (17).