Lo que se elige no puede ser verdadero. Lo real no puede encontrarse entre los opuestos, porque los opuestos son tan sólo la influencia recíproca de las reacciones [de una mente confusa ante la realidad cotidiana]. Si lo verdadero no puede encontrarse en los opuestos, y lo que se elige no nos conduce hacia la comprensión de la verdad, ¿qué es, entonces, lo que podemos hacer? Usted debe comprender por sí mismo el proceso de su propio ser y no aceptar simplemente la investigación de los científicos o lo que afirman las religiones (14).
Si uno comprende los efectos de la elección, los efectos de la división y de la decisión, entonces el escoger se convierte en una cosa trivial (8).
¿Por qué tengo que elegir? Es porque estoy indeciso entre qué imágenes debo retener y cuáles debo descartar. Elijo cuando no sé qué imágenes descartar. ¿Cuál es la entidad que elige? El conocimiento, desde luego, y el conocimiento es el pasado: el pasado que creó todas esas imágenes escoge entre ellas cuáles retendrá y cuáles ha de descartar. De modo que ustedes eligen de acuerdo con el pasado y, en consecuencia, su elección debe ser invariablemente confusa (57).
Donde uno elige hay confusión, porque falta percepción. Donde hay percepción [visión de la realidad], uno no elige [actúa]. La elección existe porque la mente está confundida entre esto y aquello [la elección es una reacción de la mente condicionada] (58).
Si lo que es está claro, entonces verá que no hay elección sino sólo acción, y la pregunta de lo que debería hacer jamás surgirá; tal pregunta aparece sólo cuando existe la incertidumbre de la elección. La acción no es para elegir. La acción de elegir es la acción de la confusión [es decir reacción de lo viejo frente a lo nuevo] (46).
La elección es comparación, evaluación, condenación (53).
Hay una vasta diferencia entre una mente preocupada y una mente activa. Una mente activa es silenciosa, se da cuenta, no escoge (53).
Enfrentado a la muerte, al dolor, a la profunda inseguridad, a la soledad, al miedo y a la competencia, el hombre está preso en la confusión de las alternativas. Siente que tiene libertad para elegir, pero ¿cómo ha de elegir, qué ha de elegir y sobre qué base elige? Le impulsa su necesidad de placer, de seguridad, de experiencias más intensas (y más carentes de sentido), y su necesidad de escapar del dolor y de la pena, de encontrar un centro de estabilidad en medio de la corriente. Sunanda Patwardhan (17).