La percepción alerta no nace de la opción, surge cuando se percibe el carácter efímero de la voluntad de la opción o de la voluntad del deseo (14).
Escuchen el deseo como escuchan una canción, como escuchan el viento entre los árboles; escuchen todo el proceso del deseo sin tratar de cambiarlo, controlarlo o transformarlo. Entonces verán que el deseo les entrega la plenitud de su significado. Sólo cuando comprendan el contenido del deseo, serán ustedes libres (16).
Puede uno darse cuenta de la totalidad del deseo sólo cuando no hay opinión sobre él, ni palabra, ni juicio, ni elección [no hay pensamiento]. Dándose cuenta de todo deseo según surge, no identificándose con él ni condenándolo, en ese estado de alerta, ¿hay entonces deseo, o es una llama, una pasión que es necesaria? (34).
No existe ningún sustituto espiritual para el deseo; éste no puede ser suprimido ni sublimado. Tiene que haber una percepción silenciosa, alerta y no selectiva del deseo; y esta percepción pasiva es experimentar el deseo de forma directa, sin un experimentador [el yo] que lo nombre (25).
¿Es posible ver, observar, darse cuenta de las cosas bellas y de las feas de la vida, y no decir: ‘debo tener’ o ‘no debo tener’? ¿Alguna vez ha observado algo sin más? ¿Han observado a su esposa, a sus hijos, a sus amigos, sólo les han observado? ¿Han observado alguna vez una flor sin llamarla rosa, sin querer ponérsela en el ojal, o llevársela a casa y dársela a alguien? Si son capaces de observar así, sin todos los valores atribuidos por la mente, entonces descubrirán que el deseo no es algo tan monstruoso (25).
¿Qué ocurre si no condenamos el deseo, si no lo juzgamos como bueno o malo, sino que simplemente nos damos cuenta de él [sólo lo observamos, sin valoración? Me pregunto si ustedes saben qué significa darse cuenta de algo. La mayoría de nosotros no se da cuenta, por que nos hemos acostumbrado a condenar, juzgar, evaluar, identificar, optar [pensar de una mente confusa] (42).
Si realmente quieren trascender el deseo y quedar libres de él, tienen que comprenderlo por completo, sin condenarlo ni aceptarlo; pero ese es un arte que solamente llega mediante la vigilancia templada por la honda pasividad [observación del sentimiento que produce el desear] (53).
Comprender el deseo es darse cuenta [observarse], sin elección [sin pensar], de sus movimientos. Si destruís el deseo, destruís la sensibilidad, así como la intensidad que es esencial para la comprensión de la verdad (67).