Cada ser humano conocerá sus necesidades de manera muy clara y simple si las aborda inteligentemente; pero no podrá descubrir cuáles son sus necesidades mientras la mente esté presa en el ansia de poseer, en la codicia y en la explotación. Así, cuando uno descubre cuáles son sus necesidades, no llega a una componenda entre sus necesidades y las condiciones del mundo, que se basan en el espíritu posesivo (13).
Descubrir nuestras necesidades en su simplicidad, naturalidad, pureza y espontaneidad, requiere tremenda inteligencia. El hombre que ha descubierto cuáles son sus necesidades, ya no está atrapado por el medio en el que vive (13).
Descubrir las propias necesidades requiere inteligencia, porque las necesidades cambian, se renuevan constantemente. Pero si usted empieza a descubrir cuáles son exactamente sus necesidades y, habiéndolas descubierto, limita la vida únicamente a esas necesidades, entonces su vida se volverá muy superficial, estrecha, mezquina (13).
Sólo la inteligencia puede ordenar humanamente las necesidades vitales para todos (14).
Si comprendemos la necesidad como completamente disociada de la codicia, del anhelo y la envidia, entonces cesan los conflictos personales y el pensamiento está libre del espíritu mundano (14).
¿Por qué no es posible organizar necesidades? Es a causa del incesante conflicto de nuestra vida cotidiana con su codicia, su crueldad, su odio. No es posible porque usamos nuestras necesidades como un medio de satisfacer nuestras exigencias psicológicas. Careciendo internamente de creatividad, siendo vacuos, destructivos, usamos nuestras necesidades como un medio de escape; así, las necesidades asumen una significación mucho mayor de la que tienen realmente. En lo psicológico, se vuelven sumamente importantes, al igual que nuestros valores sensorios; la propiedad, el nombre, el talento, se convierten en los medios para lograr posición, poder, dominio (15).
Estaremos satisfechos con lo necesario en el verdadero sentido -que es estar libres del deseo de poder-, únicamente cuando hayamos encontrado el tesoro interno que es imperecedero y al que ustedes llaman Dios, verdad [felicidad, sentido de la vida], o el nombre que quieran darle. Si pueden encontrar dentro de sí mismos esas riquezas imperecederas, entonces se satisfarán con pocas cosas; esas pocas cosas pueden ser provistas para todos (16).
Sea uno rico o pobre, es evidente que necesita alimento, ropas y albergue, si bien aun en eso la necesidad puede ser limitada, pequeña, o expansiva. Pero, fuera de eso, ¿hay acaso alguna necesidad? (34).
Uno tiene que cuestionar incansablemente sus propias incoherencias y, de ese modo, darse cuenta del pensamiento de necesidad absoluta (por ejemplo, el de mantener intacta la propia imagen) que es generalmente el origen de tales absurdos. Probablemente, las presuposiciones de necesidad absoluta que determinan los valores falsos en cualquier campo, operan a través de la mente y se extiendan a todos los otros campos. Como Krishnamurti lo ha destacado, para enfrentarse apropiadamente a este reto, uno debe ser capaz de cuestionarse a sí mismo en todas las áreas de su actividad. David Bohm (17).