Vuestro amor es una mera reacción de la mente [una mente fragmentada entre ‘yo’ y ‘lo otro’ es incapaz de amar. El amor es ‘la acción del silencio’. Una mente condicionada es incapaz de amar] lo cual significa que vuestro amor sólo es una sensación; y la sensación, por cierto, no es amor (50).
Lo que llamamos amor se basa en la sensación, en el deseo, en el placer [la sensación en la mente confusa se transforma en deseo y el deseo es la causa del sufrimiento] (24).
El amor no es sensación. Las sensaciones dan nacimiento al pensamiento a través de las palabras y los símbolos. Las sensaciones y el pensamiento reemplazan al amor; se convierten en sustitutos del amor. Las sensaciones son de la mente lo mismo que los apetitos sexuales. La mente engendra los apetitos, la pasión, por medio del recuerdo, del cual deriva agradables sensaciones. La mente se compone de diferentes y contradictorios intereses o deseos, con sus exclusivas sensaciones; y éstas chocan entre sí cuando una u otra comienza a predominar, creando así un problema. Las sensaciones son tanto agradables como desagradables, y la mente se adhiere a lo agradable, convirtiéndose así en su esclava. Esta servidumbre se convierte en un problema porque la mente es el receptáculo de las sensaciones contradictorias. Escapar de lo doloroso es también un cautiverio, con sus propias ilusiones y problemas. La mente es la creadora de los problemas, y por lo tanto no puede resolverlos. El amor no es de la mente; pero cuando la mente predomina hay sensación, que es llamada entonces amor. En este amor de la mente se puede pensar, puede ser descrito e identificado. La mente puede anular o adelantar las sensaciones agradables, y este proceso es el apetito, sin que importe en qué nivel es colocado. Dentro del campo de la mente, el amor no puede estar. La mente es el área del temor y el cálculo, de la envidia y la dominación, de la comparación y la negación, y por eso el amor no está en ella. Los celos, como el orgullo, son de la mente; pero eso no es amor. El amor y el proceso de la mente no pueden estar unidos, no pueden ser unificados. Cuando predominan las sensaciones, no hay espacio para el amor; por consiguiente, las cosas de la mente llenan el corazón. Así el amor se convierte en lo desconocido, en objeto de persecución y de adoración, se le convierte en un ideal, para ser utilizado y creído, y los ideales son siempre autoproyectados. De modo que la mente predomina completamente, y el amor se reduce a una palabra, a una sensación. Entonces el amor se hace relativo, ‘yo amo más y tú amas menos’. Pero el amor no es personal ni impersonal; el amor es un estado de ser [para Krishnamurti, para amar es precioso conocerse a uno mismo] en el que la sensación como pensamiento está totalmente ausente (46).