La tradición juega un papel extraordinariamente importante en la vida. ¿Han tratado alguna vez de comer un alimento al cual no están acostumbrados? Inténtenlo y verán cómo se rebelan el estómago y la lengua. Si uno tiene el hábito de fumar, continuará fumando y consumirá años luchando por romper con ese hábito (61).
El hábito no es bueno ni malo. Sólo hay hábito, una repetición, una imitación, un ajuste al pasado y a la tradición, que es resultado del instinto heredado y del conocimiento adquirido. Todos vivimos en el hábito, en las tradicionales y bien establecidas líneas de conducta y comportamiento, en las muy respetadas maneras de ver la vida, en las opiniones tan profundamente atrincheradas y arraigadas en forma de prejuicios. Psicológicamente, internamente, nos negamos a seguir el movimiento de la vida, porque nuestras raíces están profundamente asidas al hábito y a la tradición, en la obediencia a lo que se nos ha dicho, en la aceptación (54).