Usted debe comprender el proceso del hábito, comprenderlo mediante la constante percepción de las rutinas de la mente y de las acostumbradas respuestas emocionales (15).
Toda nuestra estructura del hábito está basada en esa exigencia por encontrar un método que nos permita, con sólo seguirlo, vivir una monótona, insípida vida de rutina (39).
No hay buenos hábitos o malos hábitos, solamente está el hábito. El hábito implica una acción reiterativa que surge del no estar atento. Uno cae en los hábitos deliberadamente o es persuadido por la propaganda o, hallándose uno amedrentado, cae en ciertos reflejos autoprotectores. Lo mismo sucede con el placer. Este seguimiento de una rutina, por efectivo o necesario que pueda ser en la vida cotidiana, puede conducir, y generalmente lo hace, a un modo mecánico de vivir. Uno puede hacer la misma cosa a la misma hora todos los días sin que ello se convierta en un hábito, cuando hay una percepción atenta de lo que se está haciendo. La atención disipa el hábito. Sólo cuando no hay atención los hábitos se forman (52).
‘El hombre tiende a aceptar las limitaciones y a vivir con ellas; la mente se estratifica y el hombre llega a interesarse más en sostener la estructura existente que en el movimiento de cambio. Por lo tanto, el interrogante correcto que uno debe plantearse es si la mente puede funcionar de manera sana sin caer en una rutina, y no cuál es el próximo cambio que debe producirse’. Ahalya Chari (17).