El hábito niega la percepción alerta; ésta es del instante, no es un resultado acumulativo (15).
P: usted me ha mostrado cuán superficial e inútil es la vida que llevo. Me agradaría cambiar, pero me hallo atrapado por el hábito y el ambiente. K: dado que, como lo dice el que formuló la pregunta, ‘uno se halla atrapado por el hábito y el ambiente’, ¿qué debe hacer? Evidentemente, todo lo que podéis hacer es comprender la trampa del hábito y del ambiente, la superficialidad y la futilidad de vuestra vida (63).
Desgraciadamente, la mayoría de nosotros vivimos en una serie de hábitos, agradables o desagradables, lo cual es totalmente destructivo para la inteligencia. Podéis ver la verdad o la falsedad de esto observándoos (47).
¿Quién es el ‘yo’ que va a cambiar los hábitos? El ‘yo’ es también un hábito, el ‘yo’ es una serie de palabras, recuerdos y conocimientos, todo lo cual es el pasado, que es un hábito (65).
Una mente que funciona en el surco del hábito es mecánica, está muerta (67).
Estando presa, la mente procede a preguntar: ¿cómo puedo lograr liberarme? Ella jamás puede lograr la libertad. Puede ser libre sólo cuando ve la verdad de cómo crea hábitos a causa de la tradición, mediante el cultivo de virtudes para llegar a ser alguna cosa, o buscando permanencia, seguridad. Todas estas cosas son barreras. En ese estado, ¿cómo puede la mente ver o experimentar nada de manera directa? Si vemos que no puede, hay una libertad inmediata (64).
Si no nos liberamos del pasado [del condicionamiento], no hay libertad en absoluto, porque la mente jamás es nueva, fresca, inocente. Sólo una mente así es libre. La libertad no tiene nada que ver con la experiencia, nada que ver con la edad; me parece que la esencia misma de la libertad radica en comprender todo el mecanismo del hábito, tanto de los hábitos conscientes como de los inconscientes (42).
En tanto la mente esté acabando con un hábito y, en ese proceso mismo, creando otro, no puede ser libre jamás (42).
Uno cae dentro de un patrón de conducta, cae en una especie de letargo y piensa: ‘¡qué más da!’ Y así la gente tiende a amargarse y a convertirse en cínica. Son pocos los que buscan la libertad, psicológicamente hablando. El hombre desea ser libre externamente, hacer lo que quiera, pero yo estoy hablando de la libertad interior, dentro de él mismo. Esto exige una exploración en uno mismo [autoconocimiento], gran cantidad de trabajo duro [observar la realidad, estar atento] y de pensamiento (26).
La atención libera a la mente del hábito (53).