Embotamiento mental y cambio de hábitos

 

Embotamiento mentalEMBOTAR:

La mayoría de nosotros somos muy insensibles físicamente porque comemos demasiado, fumamos, nos entregamos a varias formas de deleites sensuales -no es que no debamos hacerlo- la mente se amodorra de esa manera y cuando la mente se embota, el cuerpo se embota aún más (54).

El cultivo del hábito, por bueno y respetable que sea, sólo embota la mente (53).

Uno termina por acostumbrarse a todo, al dolor y a la felicidad.  Si la gente no se acostumbrara a las cosas, sería más desdichada aún, más inquieta.  Resulta mejor ser insensible, embotarse que dar paso a más disgustos.  Es más fácil así, ir muriendo lentamente.  Nos habituamos al amor, al miedo y a la muerte.  En hábito se convierten la bondad y la virtud, y aun los escapes y los dioses.  Una mente manejada por los hábitos es una mente lerda, superficial (48).

COMBATIR:

Si usted tiene un hábito, por ejemplo, el hábito del esnobismo, de nada sirve superar este hábito por medio de otro hábito, su opuesto.  Es inútil combatir un hábito con otro hábito.  Lo que libera del hábito a la mente, es la inteligencia.  La percepción alerta es el proceso de despertar la inteligencia, no de crear hábitos nuevos para combatir los viejos.  De modo que debe volverse consciente de sus hábitos de pensamiento, pero no trate de desarrollar hábitos opuestos o cualidades opuestas.  Si está plenamente alerta, si se encuentra en ese estado de observación imparcial, percibirá todo el proceso por el que se crea un hábito y también el proceso opuesto de vencerlo.  Este discernimiento despierta la inteligencia que termina con todos los hábitos de pensamiento (14).

Ustedes tienen que observar cómo se forman los hábitos y cómo, negando o resistiendo un hábito, se crea otro hábito.  Lo que importa es estar por completo conscientes del hábito; porque entonces, como verán por sí mismos, ya no hay más formación de hábitos.  Ofrecer resistencia al hábito, combatirlo, rechazarlo, sólo da continuidad al hábito.  Cuando combatimos un hábito en particular, damos vida a ese hábito, y entonces el mero combatirlo se convierte en un nuevo hábito.  Pero si uno está simplemente alerta, sin resistencia alguna, a toda la estructura del hábito, encontrará que se ha liberado del hábito; y en esa libertad tiene lugar algo nuevo (42).

‘¿No es difícil liberar a la mente del hábito?’.  Sólo es difícil cuando combate el hábito.  Considere el hábito de fumar.  Combatir este hábito es darle vida.  El hábito es mecánico, y resistirlo es sólo alimentar la máquina, darle más poder.  Pero, si considera la mente y observa la formación de sus hábitos, entonces, con la comprensión de la cuestión más amplia, se vuelve insignificante la menor, y se desprende (67).

No es cuestión de poner fin al hábito, sino de ver totalmente su estructura.  Tenéis que observar cómo se forman los hábitos y cómo, desechando o resistiendo uno, se crea otro.  Lo que importa es ser enteramente consciente del hábito; porque entonces, como veréis por vosotros mismos, ya no existe más la formación de hábitos.  Resistirlo, combatirlo, rechazarlo, sólo da continuidad al hábito.  Cuando combatís un hábito determinado, le dais vida, y entonces el hecho mismo de combatirlo se convierte en un hábito más.  Pero si sencillamente os dais cuenta de toda la estructura del hábito sin resistencia, entonces hallaréis que os liberáis de él (47).

Estamos acostumbrados por un lado a la idea de que la única manera de liberarnos de un hábito es mediante la resistencia y el desarrollo de un hábito opuesto y, por otro lado, a la idea de que sólo podemos hacerlo gradualmente a través de un periodo de tiempo.  Pero si examinamos el asunto, vemos que cualquier forma de resistencia engendra más conflicto, y también que el tiempo, el tomar muchos días, semanas, años, no termina realmente con el hábito (61).