A través de vuestra educación, de vuestras actividades, de vuestros pensamientos y sentimientos, os habéis aislado íntima y profundamente, y no podéis vivir con ese extraordinario sentimiento de soledad, no sabéis lo que él significa, porque lo enfrentáis con una palabra que evoca miedo (47).
Estoy solo y no sé cómo ir más allá de esta angustiosa soledad. Muy en lo profundo ella me atemoriza, soy incapaz de resolver esta cosa terrible que llamo soledad. ¿No conocen ustedes todo esto? Por lo tanto, al no saber cómo resolverlo, me apego, me ato a las personas, a las ideas, a los grupos, a las actividades, a las manifestaciones públicas, al escalamiento de montañas, etc. ¡Si tan sólo pudiera resolver por completo este problema de la soledad de modo que ella desapareciera para siempre! ¿Cómo puedo ir más allá de esta soledad que el hombre ha combatido interiormente en todos los tiempos? Él se siente solitario, vacío, incapaz, incompleto, y dice que hay Dios, que hay esto, que hay aquello; proyecta un agente externo. ¿Cómo puede la mente liberarse de esta terrible carga que para ella es la soledad? ¿Se ha dado cuenta alguna vez de cuantos horrores cometemos por este aislante sentimiento de soledad? (57).
El otro día escuché en la televisión a una mujer que decía: ‘lo único que temo en la vida es la soledad’. Y el miedo a la soledad provoca en mí toda clase de actividades neuróticas. Sintiéndome solo me apego a usted o a una creencia, a un salvador, a un gurú. Protejo la creencia, protejo al gurú, al salvador, y eso pronto se convierte en algo neurótico (58).
Generalmente disfrutamos de muy poca soledad en nuestras vidas. Aun cuando nos encontramos solos, estamos presionados por tantas influencias, tantos conocimientos, recuerdos de tantas experiencias, tanta ansiedad, miseria y conflicto, que nuestras mentes se vuelven más y más torpes, más y más insensibles y actúan sólo a través de una monótona rutina (44).
La soledad ayuda a la mente a verse con claridad, como en un espejo, y a liberarse del vano esfuerzo de la ambición con todas sus complejidades, sus temores y frustraciones, que son el resultado de la actividad egocéntrica. La soledad da a la mente una estabilidad, una constancia que no puede medirse por el tiempo (68).