El cultivar la capacidad para los principales tipos de esfuerzos, supone forjarse el alma más preciosa para obtener todos los resultados imaginables en la vida social, profesional y privada.
La experiencia que una implacable adversidad nos prepara, hubiese resultado menos dura si se hubiera encontrado con personas fortalecidas por una actividad concentrada y disciplinada, con cerebros entrenados a enfrentarse con sangre fría a las dificultades y con unos organismos que mantuviesen intacta su capacidad de resistencia mediante un comportamiento preocupado por el equilibrio y el vigor en vez de por los placeres envilecedores.
Para un valor técnico: el más apto para concentrarse durante un periodo más o menos largo con vistas a encontrar una solución de una dificultad, será el superior en eficacia.
La capacidad de esfuerzo es la calificación más apreciable.
La tendencia a la inercia, la costumbre de la negligencia cerebral, anquilosan tan claramente el juego de las deliberaciones reflexivas, que su ejercicio acaba resultándonos penoso, hasta el punto de eludirlo sin darnos cuenta siquiera.
‘Toda idea popular, todo convencionalismo es una frontera ya que ha convencido a una mayoría de gente’. Chamfort.
La esencia principal de la naturaleza humana tiene dos componentes: inercia-atracción de las satisfacciones inmediatas.
Instintos físicos-emotividad-imaginación improvisan la conducta.
Si falta una educación de la emotividad se encuentra uno prisionero de ella. El miedo paraliza, el arrebato anima violentamente.
La continuidad es más fecunda que esfuerzos masivos pero espaciados.
El principal obstáculo para la mejora de la voluntad deliberada es el automatismo. Hay que tratar de romper con los automatismos que usurpan el control de uno mismo.
La adquisición de una competencia y de una virtuosidad superiores presupone una aplicación constante durante años bajo el impulso de una permanente aspiración.
Si pretendemos seguir una línea determinada debemos estar preparados para luchar, para desviar todo aquello que puede impedirlo.
Los automatismos naturales intentan invadir el campo de la mente y tratan de provocar en ella el desorden, sustituyendo por sus propias exigencias las directrices que nos hemos propuesto seguir.
Si un cierto tipo acude sin parar a nuestra mente, engendrará en nosotros una propensión a actuar en la forma que dicho pensamiento preconiza.
La represión de los impulsos espontáneos contribuye a fortalecer el impulso deliberado. De ahí la vigilancia continua con vistas a conservar un estado de ánimo tranquilo…
La confianza en uno: se basa en una clara comprensión de que los medios que uno posee pueden ser ampliados y fortalecidos, mediante un ejercicio gradual.
Concentración:
- Atención sostenida.
- Capacidad de entregarse en cuerpo y alma a una tarea.
- Coordinación convergente de todos los recursos cerebrales de cara a un objetivo.
Los individuos bien dotados a los cuales un talento innato les ha ofrecido una vida fácil raramente piensan en mejorar.
Destierra toda impaciencia y precipitación, busca la perseverancia y regularidad.
Regla de la diversión: todo aquello que cautive nuestro espíritu de forma que asegure el olvido momentáneo, pero absoluto, de los problemas, trabajos, etc., cotidianos, cumple su papel de suspender la tensión cerebral.
Ribot ha demostrado una estrecha relación entre la memoria y la respiración (todo acto de mantener la atención repercute sobre el ritmo), la nutrición de las células nerviosas y la circulación.
Todo el mundo tiene un punto de mínima resistencia. La senectud encuentra en él, su lugar elegido. Hay que detectarlo y preservarlo, para evitar el derrumbe prematuro.
Es a fuerza de repetir el esfuerzo de dominarse uno para mantener la actitud de calma exterior como se crea la imperturbabilidad de verdad (la interior).
El que se impresiona por anticipado sufre (se deprime) antes, durante y después del acontecimiento.
Lo que parece demasiado difícil es con relación a las fuerzas de hoy. Pero todos somos perfectibles desde el momento que colocamos el deseo de perfectibilidad en el primer plano de nuestras preocupaciones.
La necesidad ha producido de hecho las posibilidades, al empujar al interesado a realizar toda una serie de esfuerzos que poco a poco han hecho aumentar sus posibilidades.
Todo ardor codicioso, ansia, pasión, juega el papel de carburante de nuestro motor psíquico. La mente reflexiva juega el papel de timón.
A igualdad de sabiduría, habilidad, trabajo y apoyo, triunfará la personalidad que tenga unas apetencias más vigorosas.
La paciencia y la obstinación permiten lograr mucho más de lo que tú te imaginas.
Las personas que hablan poco de sí, parcas en palabras, son las que se ganan la estima más profunda, más auténtica por parte de sus conciudadanos.
El hombre espontáneamente animado de ansia interna orientada a un objetivo concreto es algo excepcional.
En la mayoría el deseo no alcanza un grado alto de intensidad. Se podría comparar a múltiples arroyuelos por donde discurre en todos sentidos la energía psíquica.
Nos corresponde a nosotros transformar esos mil arroyuelos en un torrente único.
El deseo bajo todas sus formas, es una manifestación de energía psíquica. Rechaza su satisfacción y tendrás una unidad de fuerza.
Guarda silencio, aconseja Turbull (en una reunión cuando te quieres lucir…). Cada vez que te dominas guardas en reserva una nueva unidad de energía psíquica.
Rehusa a satisfacer todo impulso a decir algo, buscando únicamente la aprobación, la adulación, el provocar sorpresa o hilaridad.
Todos los escollos en la tarea de conseguir algo vienen de subordinar el comportamiento a una serie de automatismos que tienden a determinar toda actuación del hombre pasivo y aprovechar cualquier ocasión para obtener un placer inmediato accesible.
Si quieres sobresalir dedica a la tarea tu vida. Si quieres desarrollarte en fuerza renuncia a la diversificación.
La clave del éxito en la ejecución, radica en la representación clara y estable de las ventajas que cabe esperar de los resultados apetecidos.
La perseverancia producirá el hallazgo de la idea feliz que necesitamos.
Todos podemos más de lo que creemos. El ejercicio práctico aumenta nuestras posibilidades.
Toda persona debiera convertirse en un verdadero experto en su profesión subordinando a la obtención de resultados anhelados cualquier otra preocupación mientras no se hallan alcanzado aquellos.
El hecho de sobresalir en la profesión hace el ejercicio atrayente, asegura grandes recursos materiales y permite mantener el pleno rendimiento de las facultades mentales hasta una edad avanzada.
La competencia y el virtuosismo en la profesión se adquieren con el esfuerzo, con la aplicación atenta y con un ejercicio asiduo.
‘El problema al que se le quiere encontrar solución, debe ser mantenido tranquilamente en la mente en el momento de dormirse. No darle vueltas, dejarlo en la mente y nada más. La solución se presentará normalmente en el momento de despertarnos’. A. Besant.
La fantasía es semejante a la navegación a la deriva. La reflexión implica el empleo del timón.
La obsesión: lo negativo de la reflexión voluntaria.
Las ideas ingeniosas afluyen tanto más fácilmente cuanto menos perturbada se encuentre la elaboración subconsciente por la presencia y la palabra de otras personas.
Los grandes descubrimientos se engendran con la evocación paciente y tenazmente constante de un mismo objeto.
Las grandes realizaciones no se consiguen haciendo lo que hace todo el mundo sino actuando de acuerdo con nuestros propios puntos de vista.
Si bien es cierto que la concepción exige calma y recogimiento, la ejecución en sí misma gana si se efectúa metódica y tranquilamente.
Se alcanza la rapidez mediante la simplificación y una buena coordinación de las tareas, no mediante una prisa trepidante.
Las grandes palancas puestas al servicio de la voluntad son regularidad-asiduidad.
Ante un ejercicio que no tenemos muchas ganas:
- Lo abandonamos a los pocos minutos.
- Nos ejercitamos demasiado y al día siguiente estamos demasiado cansados.
Cualquier dificultad será superada si la voluntad busca apoyo de la reflexión.
Lo que se comprende bien, se fija bien, se reflexiona bien, se maneja bien en numerosos ejercicios, se adquiere ya de forma definitiva.
No dudes de ti, cuando notes que se aflojan los resortes de tu voluntad. Busca de donde procede esa debilidad y cómo poder detenerla.
Si te empeñas en pensar positivamente incluso las situaciones más penosas actuarán en tu propio beneficio.
Para convertirse en un ser enérgico, resuelto y tenaz, imaginar las actitudes y los detalles de la conducta de un hombre dotado de esas condiciones. Imagínate cómo actuaría en tu lugar en ese momento el hombre escogido como modelo.
Si moderamos nuestras espontaneidades, ganaremos en ponderación, sangre fría y presencia de espíritu.
La firmeza de la que daremos gala gobernando los actos que no dependen más que de nosotros, desarrollará nuestra seguridad. Pronto nos sentimos liberados del temor de no triunfar en aquello que deseamos realizar.
Al haber adquirido la certeza de que sabemos hacer un esfuerzo, no afrontaremos la falta de éxito de la misma forma que antes: sentiremos el vigor psíquico necesario para acometer y continuar la realización de nuestros proyectos. El gusto por la acción prevalecerá sobre el miedo a fracasar.
No pensaremos más en un posible fracaso, sino en ponernos manos a la obra ardientemente con vistas a obtener lo que queremos.
Rechazando el satisfacer los impulsos, deseos o tentaciones que surjan, se retiene en sí la suma de la energía psíquica representada por cada renuncia que se ha dejado de exteriorizar.
Compra un libro tras libro… todo ello mantiene el entusiasmo teórico bajo el encanto del cual se sigue viviendo igual que sino se hubiera aprendido nada y con la ilusión de haber realizado un progreso.
Mejor leer poco y reflexionar larga y repetidamente acerca el significado y alcance de cada párrafo.
El malestar, las fatigas excesivas retrasan para un momento mejor la puesta en práctica, el cumplimiento de la tarea necesaria para mejorarse.
‘Cuando se ordena la actividad en relación con un fin preciso, es cuando las funciones mentales y orgánicas se armonizan de forma más completa. Los agentes psicológicos tienen sobre el individuo un efecto más profundo que las condiciones físicas y químicas… Las modificaciones circulatorias o glandulares que provocan en el organismo, transforman las actitudes y las estructuras del cuerpo’. Alexis Carrel.
La disciplina del espíritu y de los apetitos fisiológicos tiene un efecto definido, no sólo sobre la actitud psicológica, sino también sobre la estructura de los tejidos y de los humores.
El antídoto de la impresionabilidad es la atención. Los emotivos son poco atentos por definición.
‘Las teorías no expresan quizás más que temperamentos’. Peladan.
El origen profundo de todo pensamiento de abandono no es otro sino una depresión orgánica o psíquica, la cual da lugar a un relajamiento en el que buscamos inconscientemente motivos admisibles, osea, excusas.
Hay incidentes del pasado que siembran la duda y frenan la voluntad. Después de haber buscado el origen, recurre a un remedio inmediato que se impone: el descanso.
Guarda en secreto el objetivo que persigues, la ambición que te anima y las mejoras que buscas obtener. Así evitarás las críticas de tus conceptos, decisiones y comportamientos.
Todos tenemos tendencia a dejar que la forma de vivir de nuestros familiares modele la nuestra. En una palabra a sufrir la influencia del ambiente colectivo.
Cualquier cosa que emprendas tendrá invariablemente que aguantar el choque de algunos propósitos descorazonadores. No lo reveles. No discutas jamás.
La firmeza y la cortesía deben marchar siempre a la par.
La equidad, la irrepochabilidad hacia todos, inspira, incluso a los caracteres más ingratos, buenas disposiciones.
Conserva la sangre fría frente a las manifestaciones hostiles con el fin de valorarlas con lucidez.
Si entre los parientes hay alguno cuyas características, tendencias, puntos de vistas son diferentes a los tuyos, piensa que las circunstancias y las críticas no modificarán probablemente nada y alterarán posiblemente las relaciones recíprocas.
Toda modificación profunda se realiza gradualmente.
Autor: Paul-Clement Jagot.