Samurai

Samurai

EL VIEJO SAMURAI.

Leyenda japonesa.

 

 

  • Había una vez en el antiguo Japón, un viejo samurai, ya retirado que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
  • Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate. Sabiendo la fama del viejo samurái, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible.
  • El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, a sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible.
  • Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró. Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
  • -Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo?- preguntó el samurái.
  • A quien intentó entregarlo- respondió un discípulo.
  • -Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia – dijo el maestro- , cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

El credo del samurái, que data del periodo Tokugawa:

No tengo padres, hago del cielo y la tierra mis padres.

No tengo poder divino, hago del honor mi fuerza.

No tengo recursos, hago de mí humildad mí apoyo.

No tengo el don de la magia, hago de mí fortaleza de ánimo mí poder mágico.

No tengo vida ni muerte, hago del eterno mí vida y mí muerte.

No tengo cuerpo, hago del valor mí cuerpo.

No tengo ojos, hago del resplandor del rayo mis ojos.

No tengo orejas, hago del buen sentido mis orejas.

No tengo miembros, hago de la vivacidad mis miembros.

No tengo proyecto, hago de la oportunidad mí designio.

No soy un prodigio, hago del respeto al Dharma [la enseñanza] mí milagro.

No tengo principios, hago de la adaptabilidad a todas las cosas mis principios.

No tengo amigo, hago del espíritu mí amigo.

No tengo enemigo, hago de la distracción mí enemigo.

No tengo armadura, hago de la benevolencia y la rectitud mí armadura.

No tengo fortaleza, hago de la sabiduría inmutable del espíritu mí fortaleza.

No tengo espada, hago del silencio del espíritu mí espada.

Autor: Spiros G. Drossoulakis . Traducido por Martín Fernández