E. M. Cioran. Notas para la reflexión

Cioran

Los alumnos de trece, catorce, años leen a Freud. Esa pornografía casi científica que le valió la fama, me da náuseas. Pero apasiona a los jóvenes, los ociosos, los falsos médicos, los desequilibrados de toda clase y también a quienes quieren tener la clave de un montón de fenómenos que, a decir verdad, carecen de ella. Lo que no impide que todos seamos psicoanalistas […] por la razón de que el modo de explicación que propone esa supuesta ciencia es tentador, aparentemente complicado y profundo, pero en el fondo facilón y totalmente arbitrario. Recurrir a él se ha vuelto casi una necesidad. Las explicaciones teológicas eran mucho más interesantes, pero han quedado ya anticuadas. Cuando se haya liquidado el psicoanálisis, se habrá dado un paso hacia la libertad intelectual.

Libradnos del psicoanálisis y después nos libraremos de los males de los que habla.

He notado mi incapacidad para entenderme con quienquiera que esté marcado por la universidad. En cuanto descubro el menor elemento didáctico en la mente de alguien, considero que es inútil continuar la conversación. Prefiero a los diletantes [aficionados], que al menos son divertidos. Además, como tengo la manía de leer, no siento la necesidad de aprender mediante la conversación; para mí es diversión y nada más. ¡Malditos sean los que quieren instruirme! Prefiero cenar con un mundano que con un especialista.

La metafísica y, con mayor razón, la teología son un antropomorfismo [atribución de forma y cualidades humanas a lo que no es humano] escandaloso. Una y otra se reducen a una suprema coquetería del hombre, en éxtasis ante su propio genio. En cuanto se echa un vistazo a sus divagaciones, no queda ni una que escape al ridículo.

Intentar extraer la esencia de cada día y, a ser posible, de cada hora, como si tuviera el tiempo contado. Y […] lo tengo, yo y todo el mundo. Pero no pensamos bastante en ello y así perdemos el tiempo, lo dejamos pasar sin intentar retener su sustancia, si es que la tiene.

Sólo hay un problema: el de la muerte. Debatir sobre otra cosa es perder el tiempo, es dar muestras de una futilidad increíble.

[…] Eso es lo que las religiones han comprendido perfectamente. A eso se debe su superioridad sobre la filosofía.

La cosa más difícil es tener una experiencia filosófica profunda y formularla sin recurrir a la jerga de escuela, que representa una solución de facilidad, un escamoteo y casi una impostura [treta, engaño en el que incurre el escritor de cara al lector al abordar ciertos temas].

Cuadernos (1957-1972). E. M. Cioran.

Selección Elías Real Otsoa. 30-03-16

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